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Sexual Personae - Camille Paglia

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«aparezca desahogando su cólera en sí mismo» (I, i, 13; IV, vi, 113; IV, vi,

110-112). Incluso su mayor enemigo reconoce la amplitud transpersonal de la

identidad de Marco Antonio. En Egipto todo es abundancia, proliferación,

exceso dionisíaco: «Ocho jabalíes salvajes asados enteros para un solo

almuerzo, y doce comensales solamente» (II, ii, 46). César intenta canalizar y

someter el desbordamiento de emociones y sensaciones que es la experiencia

egipcia. Su victoria queda realzada al «encerrarse» Cleopatra en su tumba,

«todo lo que le queda» de su propia voluntad apolínea (V, i, 135). Al igual

que el tirano Urizen de Blake, César dispone la fría brújula de la medida

apolínea sobre la «variedad infinita» de Cleopatra (II, ii, 49).

La cosmovisión romana de César era un tipo de apolonismo sin vida,

disecado: el orden y la dignidad jerárquicas, la categorización intelectual, el

definido ego unitario, la separación de la sexualidad y lo sensorial. El dios

tutelar de César es, en palabras de Nietzsche, «Apolo, el creador de los

estados». [25] La cosmovisión de Cleopatra es promiscuamente dionisíaca:

abolición de todo contorno o límite, la multiplicidad de personas, la comida y

la bebida, el sexo, la energía anárquica, la fecundidad natural. César y su

séquito llaman afeminado a Marco Antonio, sin embargo en el sentido normal

es más masculino que César. César, que es una especie de anodino o

desabrido directivo de empresa, es sexualmente neutro. Es un andrógino

apolíneo. La persona sexual dominante de The Faerie Queene de Spenser ha

perdido todo su atractivo en el género dionisíaco de Shakespeare. En Antonio

y Cleopatra, el apolonismo es una mera oficiosidad; es el resentimiento y la

trivialidad de las mentes estrechas.

La multiplicidad dionisíaca de Cleopatra está profusamente ilustrada en

toda la obra. Por ejemplo, cuando se entera de la boda de Marco Antonio con

Octavia, Cleopatra pasa de una emoción extrema a otra cinco veces en diez

versos (II, v). Cada cambio de humor, aproximándose o distanciándose de

Marco Antonio, tiene su propio tono, su propio gesto, su propia postura

operística. La crítica solía preguntarse cuál era la Cleopatra «real» o dónde

estaba. Los seres secundarios habían de ser sólo un ardid. Y, lo que es peor, la

cuestión de la estatura o del color del cabello de Octavia, entretejida con los

lamentos y desfallecimientos de Cleopatra, hacían que la reina pareciera tonta

y superficial a los ojos de la crítica académica. ¡Propio de una mujer! Pero

Cleopatra es una actriz y, como veremos, la teatralidad es el modelo de la

psicología humana en Antonio y Cleopatra. Cleopatra es la suma de sus

máscaras.

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