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Sexual Personae - Camille Paglia

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exageración. Es un hierosgamos, un matrimonio profano, y el tocador, la

estancia de Christabel, es la panorámica cima de una montaña, adonde el

poeta es conducido por la musa. Al igual que en To William Wordsworth, es

una revelación, una experiencia suprema. Geraldine es la voluntad poética, un

puro ello primigenio. Al igual que en Kubla Khan, quienes son tocados por la

profecía quedan atrapados en el tabú. Christabel es desterrada, perseguida.

Tocada, intocable, conmovedora. Ha sido elegida por lo demónico para ser

creada, es decir, violada e iniciada. Como Clodio travestido, Coleridge

penetra los antiguos misterios. El paganismo vuelve a azotar la cultura. La

violación hace desaparecer una nueva fase de la historia. Christabel es, para

mí, la fuente de Leda and the Swam de Yeats. Geraldine es el dios brutal que

aturde, viola y abandona.

El tema cristiano del poema ha sido erróneamente interpretado. Christabel

es el Coleridge cristiano, el esperanzado moralista perpetuamente derrotado

por lo demónico. El «ella-que-es-él» nunca saldrá de su esclavitud. En

Christabel, el cristianismo es abolido por el retorno de lo ctónico. El «amor y

caridad» que terminan la parte I son el epitafio del Coleridge cristiano. Se

invoca a la virtud, pero sólo para aumentar la perversidad sádica y la

transgresión. La violación es más apasionada, más maligna, debido a los

límites que tiene que vencer. Christabel, el hermoso Cristo, encuentra su ruina

en la bárbara fealdad de la madre naturaleza: el frío y viejo regazo donde

nacen y son enterrados todos los hombres.

Christabel es un apocalipsis sexual en el que Coleridge ya no ve al dios

hermafrodita a través de un oscuro cristal, sino cara a cara. Su fascinación por

Geraldine la convierte en el autocrático tyrannos del poema, en detrimento de

la parte II. Ilustra un principio que yo denomino «psicoiconográfico», el cual

gobierna aquellas obras literarias cuya inspiración primaria es una «persona»

experimental carismática, que aparece en forma de revelación, con una

frontalidad icónica. La figura está investida con tanto poder psíquico que el

resto de los personajes pierden fuerza imaginativa y se confunden con los

decorados. Sir Leoline, por ejemplo, es un mero boceto, una parte de la

escenografía. La «psicoiconografía» se parece al método de representación

empleado en los murales egipcios, donde la figura jerárquicamente central es

tres veces más grande que los mortales inferiores. La «psicoiconografía» es el

producto de la ritualización obsesiva de la personalidad en Occidente. La

Belphoebe de Spenser es «psicoiconográfica». La escala de su representación

es asombrosamente desproporcionada con respecto a la de los personajes que

la rodean, con los cuales su interacción dramática resulta torpe y forzada. La

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