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Sexual Personae - Camille Paglia

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miradas implacables, fijas en ella y concentradas sobre su pecho. Era algo

casi imposible de soportar». [22] Hester es un chivo expiatorio en el cual se

condensa un erotismo proyectado. Esos miles de ojos se «concentran sobre su

pecho», fijos en la letra escarlata, porque los pechos manantes de la madre

han sido expulsados de la conciencia puritana. Se produce un voyeurismo

masivo; atraídos los unos y repelidos los otros. Sigamos viendo las extrañas

implicaciones del lenguaje de Hawthorne. Hester soporta el intolerable

«peso» de las miradas «fijas en ella». Los miles de ojos están surrealmente

pegados a su seno: sacos de significado devorado. Expuesta en la plataforma

en una escena de afirmación jerárquica occidental similar a la que

encontramos en el Perseo de Cellini, en El retrato de Dorian Gray y en Hitler

en Nuremberg, Hester es la Artemisa de Éfeso alzada en su pedestal, el ídolo

matriarcal asiático con cien pechos animales. Shelley vio ojos vampíricos en

los pechos de las mujeres. Hester, como la encarnación virgiliana del Rumor a

la que también azuza el adulterio, está adornada con múltiples ojos fijos en

ella. En este momento central, el estilo de Hawthorne, con ese exceso

grotesco de ornamentación, es tan decadentista como el de Gustave Moreau.

Una lectura arquetípica de La letra escarlata elimina su americanismo, su

localismo. También suprime el argumento. Pero los elementos americanos en

La letra escarlata son relativamente superficiales. En términos locales, para

entenderse, la Nueva Inglaterra prerrevolucionaria es simplemente «lo

ancestral». No es más auténtica que el medievalismo de una novela gótica. El

argumento siempre es insignificante en el Romanticismo. El argumento es

historia, causa y efecto que se desarrollan en el tiempo, pero en la poesía

romántica la historia resulta irracionalmente impelida hacia atrás, hacia lo

primigenio. El argumento que presenta ante nosotros el Anciano marinero de

Coleridge es falso. Lo mismo sucede con La letra escarlata, que se puede leer

como si tuviera un argumento o una trama sólo si uno ignora sus inmensos

vacíos emocionales y sexuales. La letra escarlata es una visión arquetípica de

la mujer perseguida que se mueve serenamente en el círculo mágico de su

naturaleza sexual. Dimmesdale es un hijoamante que ansía fundirse con la

madre, pero que no puede. Perla es el hijo purgado de su masculinidad. Hester

la clona en la tensión de la soledad. El tiempo ha convertido en arena las

piedras de la adúltera, alrededor de las cuales forma una perla perfecta. Para

Hawthorne, identificado con Dimmesdale, la madre está a la vez demasiado

cerca y demasiado lejos. La letra escarlata formaliza la ambivalente relación

adulta de Hawthorne con su madre, de la que debe mantenerse a cierta

distancia mental a fin de que sobreviva la imaginación.

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