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Sexual Personae - Camille Paglia

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conducir al alma hacia el bien o hacia el mal. C. S. Lewis fue el primero que

aplicó el término skeptophilia al Emparrado de la Beatitud spenseriano, pero

la crítica no lo sigue. [12] G. Wilson Knight observa acertadamente que el

poema está «peligrosamente cerca del decadentismo»: «Todo The Faerie

Queene es en sí mismo un inmenso Emparrado de la Beatitud». [13] Yo iría

todavía más lejos: el material poético más fuerte y mejor conseguido del The

Faerie Queene es pornográfico. Puede que Spenser, como el Milton de Blake,

forme parte sin saberlo del grupo de los malos. En una paradoja muy del

agrado de Sade y Baudelaire, la presencia de la ley moral o el tabú intensifica

el placer de la transgresión sexual y el placer en el mal. Un gran poeta tiene

siempre ambivalencias profundas y puntos oscuros en sus motivaciones, que

en el caso que nos ocupa apenas han empezado a ser tenidas en cuenta por la

crítica.

The Faerie Queene es una obra didáctica, pero también placentera. En

medio de grandes disipaciones y atrocidades, oímos una voz que dice: «¿No

es terrible todo esto?». El mayor error de la crítica, un error increíble en el

siglo de la nueva doctrina crítica de la persona, ha sido identificar esa voz con

el poeta. The Faerie Queene es una composición en contrapunto. Hay una voz

ética y una voz libertina que, con su delicadeza y esplendor, su hipnótico

atractivo para el ojo pagano sin domesticar, diluye la otra en lujuria. El

voyeurismo es la relación de este poeta con este poema. Es la relación de cada

lector con cada novela, de cada espectador con cada cuadro, obra de teatro o

película. Está siempre presente en nuestros estudios biográficos e históricos e

incluso en nuestras conversaciones sobre los otros.

El voyeurismo es la amoral estética del agresivo ojo occidental. Es la nube

contemplativa que nos envuelve en cuanto que «personas del sexo»,

transportándonos sin ser vistos por el espacio y el tiempo. El cristianismo,

lejos de desechar el ojo pagano, se limitó a expandir su poder. Todos los

caminos prohibidos del cristianismo son territorios vírgenes para que el ojo

pagano entre a profanarlos. The Faerie Queene es un análisis grandemente

original de estas tendencias de la cultura occidental. La crítica asume que

Spenser dice lo que piensa. Pero el poeta no es dueño de su propio poema,

porque la imaginación puede superar a la intención moral. Esto mismo sucede

en el Christabel de Coleridge. Pero yo creo que Spenser es mucho más

consciente y astuto con respecto a estas molestas ambigüedades. Su tropo

erótico favorito es la nívea carne femenina a medias revelada, vislumbrada

entre las ropas rasgadas o entreabiertas. The Faerie Queene adopta en muchas

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