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Sexual Personae - Camille Paglia

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El «daimon» como vampiro lésbico

Coleridge

A diferencia de Wordsworth, Coleridge encuentra la naturaleza. O, más bien,

la naturaleza le encuentra a él. Wordsworth se pasó la vida expurgando de su

poesía la brutal realidad a la que Coleridge da la cara abiertamente: el

demonismo de la naturaleza. En Christabel, que está inspirado en el ciclo de

violación de The Faerie Queene, Coleridge destruye el mundo rousseauniano,

cargado de femenina ternura, al que Wordsworth se aferraba. Christabel es

uno de los poemas peor comprendidos de toda la literatura anglosajona. La

crítica ha tendido a proyectar en él la moral cristiana. Años después de

haberlo escrito, el propio Coleridge no podía soportarlo e intentó revisarlo y

reinterpretarlo. Christabel es un caso perfecto para el estudio de la tensión

entre la imaginación y la moral. El lector acompaña al poeta en su exceso de

visión demónica, para salir con él finalmente al reino social de las buenas

intenciones, donde la duda, la ansiedad y la culpabilidad asaltan a la

imaginación. Christabel muestra el nacimiento de la poesía al mal, a la

hostilidad y al crimen.

Para llegar hasta Christabel hemos de hacer primero un recorrido por los

otros grandes poemas de Coleridge a fin de demostrar la excentricidad sexual

de los mismos. El refrán favorito de Coleridge era «los extremos se tocan». Se

refiere a la imaginación como ese «poder sintético y mágico», que produce el

«equilibrio o la reconciliación de las cualidades opuestas o discordantes». [1]

En Christabel, los opuestos se unen con tal fuerza que el poeta no pudo dar al

poema la forma que había concebido previamente. No es casualidad que sus

obras más importantes sean poemas oníricos. Freud dice con respecto a la

antítesis y la contradicción: «De la contradicción prescinde [el sueño] en

absoluto, como si para él no existiese el “no”». [2] «No robarás, no matarás,

no…», dicen los Diez Mandamientos bíblicos. Coleridge consagró gran parte

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