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Sexual Personae - Camille Paglia

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excéntrico, desestabilizante y lóbrego. Puede que la producción de Leonardo

fuera tan escasa porque en el recorrido entre la idea y el plano rectangular de

la pintura le asaltaban los «demones» femeninos. Entonces tanto como ahora,

la ciencia y la ingeniería eran refugios apolíneos donde recobrarse del vértigo

del género.

Se suele decir que tanto Leonardo como Miguel Ángel eran

homosexuales, pero independientemente de cuál fuera su opción sexual, lo

más probable es que su vida sexual fuera anómala y escasa. La tendencia

monástica está profundamente arraigada en el temperamento italiano. Freud

observa que es la atracción emocional y no la actividad física lo que

demuestra la orientación sexual. En sus vidas privadas, a Leonardo y a

Miguel Ángel sólo les interesaba la belleza masculina. Pero, claro está, no

tuvieron una verdadera vida privada; ésta era su actividad artística e

intelectual. Fueron unos visionarios medio locos, misántropos como

ermitaños. Su culto al ritual era una expresión natural del paganismo

mediterráneo: el extremismo, la militancia y el hieratismo no son nunca

posicionamientos ajenos al católico italiano. La homosexualidad de Leonardo

y Miguel Ángel formaba parte de su desesperada búsqueda de una autonomía

para la imaginación, contra todos y contra todo: sus padres, sus maestros, sus

amigos, sus rivales, la sociedad, la naturaleza, la religión y el mismo Dios. La

típica dinámica occidental de conflicto y lucha es cristalina en ellos. No

tienen caridad o generosidad cristiana, sólo avidez pagana de conquistar,

superar, someter por la fuerza. Nosotros también somos sujetos de su avidez.

Su dominio exige nuestra sumisión. Los dos grandes genios del Alto

Renacimiento recrean el arte por el procedimiento de hacerlo agresivo. La

homosexualidad en Leonardo y Miguel Ángel no sólo era erótica, sino

también intelectual, a la manera occidental. Era una forma de resistirse a la

más vejatoria de las dependencias humanas, nuestra esclavitud a la naturaleza.

¿Por qué fue Miguel Ángel un artista tan productivo y Leonardo un artista

tan frustrado? La producción total de Miguel Ángel es asombrosa; su

virtuosismo en escultura, pintura y arquitectura no tiene parangón en la

historia del arte. En él, como en Shakespeare, se desbordan la fuerza y la

vitalidad del Renacimiento. ¿Por qué terminó Leonardo tan pocas obras? Mi

respuesta es que su técnica no casaba con sus temas. El estilo saboteaba a las

«personas del sexo» y a la inversa. El sfumato es una bruma dionisíaca, una

neblina que envuelve la ciénaga ctónica. El decadente Eurípides, como vimos,

emplea la disolución dionisíaca para destruir al apolíneo Esquilo. Pero

Leonardo es un clasicista, un arconte de la mente matemática. Quiere someter

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