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Sexual Personae - Camille Paglia

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artista y como pensador. El esteticismo decadentista es un idealismo

visionario que afirma la primacía de la belleza sobre cualquier otro modo de

experiencia. Wilde fue uno de los últimos teóricos anteriores al Modernismo

que insistieron en lo inseparable del arte y la belleza. El Arte Modernista, con

sus distorsiones y disonancias, adoptó la idea de Gautier de la autonomía del

arte, pero dejó atrás su adoración a la belleza. Desde la primera guerra

mundial, sólo los estetas homosexuales han seguido la filosofía de Gautier y

de Wilde, aplicándola a las antigüedades, la ópera y las películas. La

ingeniosa «persona» que Wilde legó a los homosexuales modernos contiene

todo el aparato referencial necesario «del perfecto connoisseur decadentista».

La belleza es inmoderada en su exclusividad, lo que lleva al devoto a unos

pronunciamientos asombrosos. Por ejemplo, Wilde dice que «si los pobres

sólo tuvieran siluetas, no sería tan difícil resolver el problema de la pobreza».

[8] Ésta es la verdadera voz apolínea de Wilde, insensible y cortante. ¿Quiere

decir que la miseria de los pobres es una emanación de su falta de belleza

física? ¿Puede la belleza transformar espiritualmente? ¿O simplemente

permitiría a los pobres sobrevivir pidiendo o posando para los cuadros? Basar

el valor de las personas en sus siluetas es una arrogancia clasista, que casi

roza con el racismo. La defensa de Wilde sería, como dijo en El crítico como

artista, que «la estética es superior a la ética». [9] «Superior»: el esteta, un

discriminador pateriano de las cosas, las personas y los momentos, es un

conceptualizador jerarquizante.

Otro ejemplo de la amoral estética de Wilde lo encontramos en The Decay

of Lying (La decadencia de la mentira), en el que el narrador dice que Japón

es «una pura invención y los japoneses simplemente un modo de ser, un

estilo, un antojo exquisito del arte». [10] Igual que en Gautier y en Pater, el arte

estructura nuestra percepción del mundo. Wilde contempla a los japoneses

desde la distancia con su ojo fríamente formalista. La esposa de lord Henry

declara: «Pero no ha venido usted a ninguna de mis reuniones, Mister Gray.

Tiene usted que venir. No siempre puedo tener orquídeas; pero no escatimo

para tener extranjeros. ¡Hacen que parezca tan pintoresco un salón!» [11] . Lo

extranjero como decoración interior. En los años sesenta Andy Warhol

«alquilaba» a miembros del mundo underground decadentista de Nueva York

para exponerlos en las fiestas chic de Manhattan. El poeta Gerard Malanga,

con el torso al descubierto y con pantalones de cuero rojo brillante, fue

fotografiado colgado como un cuadro de la pared con una correa alrededor de

su cintura. En una carta desde París tras su puesta en libertad, Wilde describe

una salida al teatro con su amante, lord Alfred Douglas: «Bosie estaba

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