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Sexual Personae - Camille Paglia

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Al final, la femme fatale es aparentemente derrotada, aplastada bajo los

escudos de la guardia de palacio. Yo interpreto este singular método de

ejecución como un símbolo de la pérdida del control perceptivo por parte de

Salomé, que queda sepultada bajo los múltiples objetos del mundo material.

Éste era el oscuro temor de la sofocante Cleopatra de Gautier, en quien creo

yo que Wilde basa su Salomé. Pero el vampiro tiene miles de vidas y no es

tan fácilmente dominado. En La importancia de llamarse Ernesto, Wilde

vuelve a intentarlo, y esta vez lo consigue. Al igual que Salomé, La

importancia de llamarse Ernesto trata del tema del dominio femenino. En

cuanto que construcción apotropaica, La importancia… absorbe la ansiedad

sexual que se expresa, pero no se resuelve, en Salomé. Y purifica los aspectos

ctónicos, convirtiéndola en el cristalino andrógino amanerado. De modo que

el dominio vampírico de la mujer en el plano del contacto visual deja de ser

un instrumento de obsesión y sumisión sexual para convertirse en el

instrumento de búsqueda de lo chic. Las jerarcas gobiernan un salón de

apolínea luminosidad, en lugar del mundo uterino de los objetos sin contorno.

Según Frye, la comedia, en términos mitológicos, evoluciona hacia «el

renacimiento y la renovación de las fuerzas de la naturaleza». [51] La

importancia de llamarse Ernesto es la comedia menos natural de la historia

de la literatura. Está básicamente inspirada por una hostilidad hacia la

naturaleza propia del decadentismo. El teatro es un modo de verbalismo

dionisíaco, mientras que las obras apolíneas se caracterizan por el silencio y la

claridad visual. Con su formalismo apolíneo y su lenguaje demarcado, La

importancia de llamarse Ernesto viene a ser un intento de arrancar las raíces

dionisíacas del drama y de crear un teatro apolíneo, tan fríamente perfilado

como un objet d’art. Esta obra es la última batalla de la campaña

tardorromántica contra la naturaleza. En La decadencia de la mentira, Wilde

se pregunta: «¿Pues qué es la naturaleza? La naturaleza no es la gran madre

que nos ha parido. Es nuestra creación. Es en nuestra cabeza donde cobra

vida». La naturaleza de Wilde es como la Atenea de Esquilo, que nace de un

dios. Adoptando el tono de Baudelaire, Wilde declara que «el arte es nuestra

inspirada protesta, nuestro elegante intento de poner a la naturaleza en su

sitio». [52] Pero la naturaleza de Baudelaire, cruel y brutal, es todavía ctónica.

En su empeño de suprimir lo ctónico de la naturaleza, Wilde la trivializa, un

error que pagará más tarde.

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