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Sexual Personae - Camille Paglia

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relación satisfactoria. Marido, ciudadano y cristiano piadoso: éstas eran las

quimeras que zaherían al poeta; éstas eran las «personas» que luchó por

representar y nunca lo logró. La crítica suele considerar que The Eolian Harp

es un himno a las bendiciones del matrimonio. Pero lo que realmente deja ver

el poema es esa turbulencia sexual que entrará en erupción dos años después

en los poemas sobrenaturales.

El arpa eólica del título comienza una tradición que alcanzará su punto

álgido en Ode to the West Wind (Oda al viento del Oeste) de Shelley. El arpa

es el vehículo de la transformación sexual del yo. El poeta es un instrumento

pasivo con el que juega la fuerza inspiradora masculina de la naturaleza.

Coleridge erotiza abiertamente la metáfora desde el principio: el arpa es

«acariciada por la brisa indiferente, / como una joven tímida que a medias se

entrega a su amante». Los críticos, que tienden a normalizar el poema en

términos sexuales, identifican a Sara con la joven tímida. Pero Sara es

imaginativamente periférica. Coleridge sólo se dirige a ella a fin de recordarse

quién debería ser o qué debería ser y no es. Todas las alusiones a Sara son

tensas y frenéticas.

Los poemas románticos son radicalmente solipsistas. La joven tímida no

es Sara, sino Coleridge. Sus estáticas autoproyecciones son siempre

femeninas: «Pensamientos que ni he llamado ni retengo / y ociosas fantasías

efímeras cruzan mi conciencia pasiva e indolente». Para Coleridge, como para

Wordsworth y Keats, la indolencia es creativa, un estado de letargo en el que

el inconsciente, libre de la censura del intelecto, libera las imágenes. El

hombre indolente tiene una receptividad femenina. Este pasaje,

engañosamente agradable y etéreo, se vuelve cruelmente oscuro cuando se lee

a la luz de los poemas sobrenaturales. Cuando llegamos a Christabel, esas

«ociosas fantasías efímeras» no se limitarán a pasar por la mente del poeta,

sino que la violarán. La feminidad es peligrosa. Lo que aquí permite hablar al

poeta le dejará sin habla posteriormente.

En The Eolian Harp, Coleridge progresa a bandazos entre su sentido del

deber social y religioso y su anhelo de una pasividad erótica y creativa.

Parece que combinar ambas cosas en un solo momento es imposible. Y, sin

embargo, esto es lo que sucedió la noche que oyó a Wordsworth recitar The

Prelude, ocasión que celebrará en un poema peculiar, To William Wordsworth

(1807). Queda en este poema claro que para Coleridge la exaltación espiritual

entraña una autoinmolación. «No te detengas, Jordán, no te detengas»: la

potente voz bárdica de Wordsworth arrastra en una riada a la de Coleridge.

«Como un niño dócil, en silencio alerta / mi alma espera pasiva / arrastrada

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