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Sexual Personae - Camille Paglia

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cuerpo. Los sexos siempre se verán sacudidos por violentos accesos de

atracción y repulsión.

La androginia, que algunas feministas intentan fomentar como un

proyecto pacifista de utopía sexual, pertenece a la vida contemplativa, no a la

activa. Es la antigua prerrogativa de los sacerdotes, los chamanes y los

artistas. Las feministas la han politizado convirtiéndola en un arma contra el

principio masculino. Redefinida, en la actualidad quiere decir que los

hombres tienen que ser como las mujeres, y las mujeres como les dé la gana.

La androginia supone la eliminación de la concentración y la proyección

masculinas. La normativa de comportamiento futuro que ofrecen el mundo

universitario y la intelectualidad burguesa contiene sus propios prejuicios. La

reforma del departamento de literatura de una facultad no ejerce la menor

influencia en el taller mecánico de la esquina. La proyección y la

concentración masculinas son visibles en la fuerza agresiva de la calle.

Afortunadamente, los homosexuales de todas las clases sociales han

preservado el culto de la masculinidad, que así nunca perderá su legitimidad

estética. Los grandes logros de la cultura occidental han venido siempre

acompañados de una alta incidencia de homosexualidad: la Atenas clásica y la

Florencia y el Londres renacentistas. La concentración y la proyección

masculinas se realzan a sí mismas, conduciendo a los logros supremos de la

conceptualización apolínea.

Si la fisiología sexual nos proporciona el patrón mediante el cual articular

nuestra experiencia, cabe preguntarse ahora cuál es la metáfora básica en el

caso de las mujeres. Es el misterio, lo oculto. Karen Horney habla de la

incapacidad de las niñas para ver sus genitales frente a la facilidad con la que

los niños pueden verse los suyos y define dicha incapacidad como «la fuente

de la mayor subjetividad de las mujeres comparada con la mayor objetividad

de los hombres». [5] Lo que se puede parafrasear, dándole un énfasis diferente,

así: la certeza ilusoria del hombre con respecto a que es posible la objetividad

está basada en la visibilidad de sus genitales. Y en segundo lugar: esa certeza

es una finta defensiva frente a la ansiedad que provoca en él la invisibilidad

del útero. Las mujeres tienden a ser más realistas y menos obsesivas porque

toleran mejor la ambigüedad, una ambigüedad que aprenden debido a su

incapacidad para conocer su propio cuerpo. Las mujeres aceptan la limitación

del conocimiento como una condición natural, una gran verdad humana que a

los hombres les puede llevar toda la vida llegar a alcanzar.

El insoportable ocultamiento del cuerpo femenino afecta a todos los

aspectos del trato de los hombres con las mujeres. ¿Cómo será por dentro?

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