05.09.2022 Views

Sexual Personae - Camille Paglia

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

recato, necesidad de que alguien les sirva de maestro y apoyo—, lo que

encendía el amor de los hombres». [12] Algunos chicos, especialmente los

rubios, parecen preservar en su vida adulta la belleza adolescente. Éstos

constituyen una categoría estable del gusto homosexual que yo denomino la

tipología Billy Budd, fresca, activa y efébica.

El efebo es el ángel griego, un visitante de los reinos celestiales apolíneos.

En su análisis del siglo V ateniense, Joseph Campbell revela sin quererlo la

pureza del adolescente hermoso: «Todo lo que leemos sobre él tiene una

maravillosa atmósfera adolescente de cielos opalescentes, intemporales, que

no han sido tocados por la vulgar seriedad del mero compromiso heterosexual

con la vida. Asimismo, el arte del desnudo clásico, pese a su encanto y

elegancia, es finalmente neutro, como la voz de un niño cantor». Campbell

cita a Heinrich Zimmer, quien ensalza el «sabor heterosexual» y la conciencia

«yóguica» de la escultura hindú: «El arte griego se deriva de las experiencias

del ojo; el hindú de las de la circulación de la sangre». [13] El «neutro» de

Campbell es un blanco, un vacío moral. Pero la androginia del efebo es

visionaria y exaltada. Tomemos por ejemplo una frase del propio Campbell:

«la voz de un niño cantor». En la grabación del Réquiem de Fauré por el coro

del King’s College, en lugar del usual coro de voces femeninas, las voces

sopranos son interpretadas por niños de entre ocho y trece años. Cuando Alec

Robertson reseñó esta grabación intentó darle un tono de emoción que sólo se

puede encontrar en el lenguaje religioso: las voces de los niños «añaden un

resplandor inolvidable y una serenidad imposible de encontrar en cualquier

soprano, por buena que sea»; la voz del solista tiene «una belleza etérea, que

no pueden describir las palabras». [14] Esos niños de rosadas mejillas que

componen los coros ingleses o austríacos, disciplinados, reservados y

asombrosamente hermosos, son un símbolo de la iluminación espiritual y

sexual, fusionadas en un tipo de idealización característica del clasicismo

griego. Podemos observar el mismo fenómeno en los exquisitos ángeles de

largos cabellos pintados por Botticelli. Actualmente, y en especial en los

Estados Unidos, el amor por los muchachos no sólo es escandaloso y

delictivo, sino también de mal gusto. Cuántas veces habremos visto en el

telediario a profesores, sacerdotes y monitores juveniles entrar esposados en

un furgón policial, acusados de algún delito relacionado con ello. Los

psicólogos opinan que se trata de personas emocionalmente inmaduras,

socialmente desajustadas. Pero la belleza tiene sus propias leyes, unas leyes

que son inconsistentes con la moral cristiana. Como mujer, me siento libre

para protestar porque hoy se ponga en la picota a muchos hombres por algo

Página 144

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!