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Sexual Personae - Camille Paglia

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afilar su embotada inteligencia». Shelley lanza aquí un reto directo al lector.

Nos está diciendo que hemos de descubrir si Emilia equivale a la «Negra

Dama» italiana de los Sonetos shakespearianos o, si por el contrario, es el

equivalente del «rubio señor» de los mismos. Shelley pone en duda que «los

presuntuosos pedagogos de la Tierra» puedan «acertar la adivinanza que aquí

se ofrece». La adivinanza de Emilia se parece al «enigma» de Goethe, la

travestida Mignon. La andrógina Emilia recuerda a la travestida Rosalind del

Como gustéis de Shakespeare, con su secreta magia circular, y se anticipa a la

ambigua Seraphita de Balzac. Epipsychidion es una película apolínea en la

que Shelley se va inventando secuencia tras secuencia a fin de resolver el

misterio de la identidad de Emilia.

Shelley afirma que Emilia es la encarnación de una figura deslumbrante

con la que lleva soñando desde su juventud. Esta «divinidad velada» recuerda

a la velada Venus hermafrodita de Spenser. Como el Christabel de Coleridge,

Epipsychidion es una apocalipsis sexual en la que el dios hermafrodita es

visto cara a cara. Los críticos aceptan unánimemente la idea de que la imagen

deseada de Shelley es la «epipsiqué» del título, una palabra que se puede

traducir como «alma en el alma». Carlos Baker habla de «la estrategia psiqueepipsique»

de Shelley: «La mente (psiqué) crea imaginativamente o imagina

lo que no tiene (epipsiqué), y luego intenta poseerlo, avanzar hacia ello como

hacia una meta». [7] Esta excelente formulación se puede aplicar perfectamente

a Blake, pero no a Shelley. La feminidad de la «epipsiqué» de Shelley no es

lo que no tiene su mente, su alma (psiqué), puesto que él, como queda

demostrado por el cúmulo de detalles que hacen hincapié en Epipsychidion en

su pasividad, ya es medio femenino. La «epipsiqué» puede ser un aspecto del

yo proyectado y buscado. Pero no es un elemento femenino reprimido, puesto

que, después de Blake, en el Romanticismo, la feminidad nunca es reprimida.

De reprimir algo, lo que reprimen los románticos es la masculinidad. Yo

modifico la afirmación de Baker: la psiqué femenina de Shelley persigue lo

que no tiene: la masculinidad que, sin embargo, encarna en una epipsiqué

femenina. Perseguidor y perseguido son ambos hermafroditas.

Shelley gustaba de la subordinación a un poder femíneo. «Eres como mi

mejor genio», le decía a Elizabeth Hitchener. En una carta a su futura esposa

afirma: «Sólo tus ideas pueden despertar mi energía… Sin ti, mi comprensión

pierde disciplina». Esta figura de la dependencia ritual es característica de la

máscara romántica. John Stuart Mill idolatraba de forma similar a Harriet

Taylor, de quien dice que es un genio intelectualmente superior a él, la fuente

de todos esos logros por los que el mundo erróneamente sólo le honra a él.

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