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Sexual Personae - Camille Paglia

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Hiperión pertenece a la categoría apolínea que yo definía como la categoría

del mutismo, la tartamudez y el balbuceo. Hiperión es un intento frustrado de

conseguir que el poeta Apolo pase de andrógino a macho poderoso. Y no se

consigue porque es un poema romántico. Se topa con una barrera sexual que

la imaginación romántica no puede atravesar y de la que vuelve derrotada. Al

igual que Christabel, Hiperión se inspira en una visión del poeta de su

subordinación sexual a una jerarca sobrenatural. Keats no puede terminar

Hiperión por las mismas razones por las que Coleridge no puede terminar

Christabel: el fascinante psicodrama hermafrodita ha concluido y no admite

continuaciones.

En La caída de Hiperión, que es una reconstrucción de Hiperión, Keats

toma el papel de Apolo. La historia se hace más próxima. En el misterioso

santuario de su sueño, el poeta ve una imagen distante con unos rasgos

inmensos, como nubes. Es una estatua del vencido Saturno, pero su género

permanece indeterminado a lo largo de casi todo el poema. Las únicas que

tienen unas atribuciones concretas en los poemas de Hiperión son las

superpotencias espectrales femeninas, que oprimen incluso cuando liberan.

Moneta es silenciosa, terrorífica, misteriosa. El poeta se desvanece una y otra

vez: «Me aterraban sus ropas, / sobre todo sus velos». Los fantasmagóricos

velos «ocultaban sus misterios», encogiendo el corazón del poeta. Los velos

de Moneta proceden del mismo modisto que los spenserianos. ¿Es Moneta la

Venus hermafrodita velada de The Faerie Queene? De ser así, representaría a

la siempre secreta madre naturaleza, que todo lo sabe. En Keats, ella es la

verdadera amenaza para la poesía. Moneta es «la sombra velada» o «la alta

sombra», que, como las misteriosas desmaterializaciones de Shelley,

desexualiza todas las frases. Esas imponentes mujeres de Keats son

andróginos, tótems monumentales con una fuerza universal. Puede que el

nebuloso Saturno fuera sólo un desplazamiento o escisión psíquica de la

velada Moneta. Cuando aparece en el segundo poema, es mucho más débil

que en el primero. Moneta le abruma poéticamente. Cuando Saturno se

levanta lastimosamente y empieza a caminar, el poema se interrumpe. Se ha

convertido en una sombra anémica, exhausta, sin energía imaginativa.

La Mnemósine de Hiperión es más maternal que la Moneta severa y

sepulcral de La caída de Hiperión. Moneta hace que en el segundo poema la

ansiedad sea más palpable que en el primero. Esta ansiedad no es sólo una

ansiedad con respecto a la vocación poética, sino también con respecto al

sexo y a la identidad. Los griegos, dice Farnell, intentaban «evitar, siempre

que era posible, la mención de los nombres propios de las fuerzas ctónicas

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