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Sexual Personae - Camille Paglia

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sexualidad femenina. Las convenciones cortesanas por sí solas no podían

convertir a la mujer en «lo oculto». La naturaleza hace del cuerpo femenino

una caverna de lo no visto, adivinada por la religión mistérica

sadomasoquista.

La ambigua «rosa enferma» califica las afirmaciones sexuales que hacía

Blake en una obra anterior, El libro de Thel (1789). Una nube le comunica a

la virgen Thel que ella es «el alimento de los gusanos»: «… todo aquello que

vive / no vive en soledad ni para sí solamente». Blake, sin embargo, no

comparte la percepción budista, que ve la naturaleza como una serie de

interrelaciones armoniosas, pues está demasiado confuso con respecto al

dominio femenino en la naturaleza. En La rosa enferma, los gusanos de Thel

son mensajeros celestiales fálicos, que imitan el ciclo de la evolución. Blake

opina que el ser que vive solo y para sí mismo está enfermo porque rechaza la

lucha de los contrarios mediante la cual se desarrolla la energía. El libro de

Thel termina con una huida histérica, cuando la Virgen salta de su asiento y se

echa a correr chillando hacia sus valles nativos. Blake combina la virgen

pegada a su asiento del Comus de Milton con las huidizas Florimell y

Britomart de Spenser, que desaparecen a mitad de una frase. Blake cree que la

virginidad es un fetiche perverso. Quiere creer que el rechazo de su

sexualidad por parte de Thel es infantil, una desviación de la menarquía y la

fecundidad. Por eso, la castidad de Blake es diametralmente opuesta a la de

Spenser o la de Shakespeare, para quienes significa integridad y fuerza

espiritual. Al igual que Sade, Blake ve la castidad como algo contra natura,

como algo que destruye la energía. Pero al exhortar a Thel, la rosa enferma, a

que se cure entregándose a la unión, Blake está más cerca del Shakespeare de

las comedias, en donde todas las jóvenes son entregadas en matrimonio, que

del resto de los poetas románticos, para quienes la soledad es la mayor

perfección que se pueda imaginar. Shakespeare, subordinando el sexo a la

sociedad, se escapa de una forma típicamente renacentista del problema al

que se enfrenta Blake. En sus intentos de eliminar la sociedad y rescatar el

sexo, Blake se encuentra una y otra vez en el paisaje rocoso de Leonardo.

Cada centímetro que gana para el sexo se pierde en la desolación de la madre

naturaleza.

El London (Londres) de Blake, al igual que Our journey had advanced de

Emily Dickinson, es uno de esos raros poemas líricos que logran una talla

épica. El profeta hebreo recorre la moderna Babilonia, a la que denuncia con

la voz de Rousseau. En Londres, las instituciones, simbolizadas por las

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