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Sexual Personae - Camille Paglia

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Aged Man, Lewis Carroll se mofa de los ancianos solitarios de Wordsworth.

El mismo hecho de que el patetismo wordsworthiano se preste tan bien a la

parodia es una demostración del exceso que entraña. Las manos paralizadas,

entumecidas, del anciano mendigo de Cumberland, los cabellos grises (un

plural éste significativo) que peina el recolector de sanguijuelas, son detalles

grotescos que encierran y limitan la emoción en lugar de liberarla y

profundizarla. A diferencia del melodrama, la gran tragedia nunca depende de

la definición minuciosa de los detalles externos. El recolector de sanguijuelas,

con sus ralos cabellos grises, me recuerda al padre de Woolf, sir Leslie

Stephen, un viudo taciturno a quien se le oye murmurar subiendo

cansinamente las escaleras: «¿Por qué no me crecen las patillas? ¿Por qué no

me crecen las patillas?». En el estilo sentimental, uno pregunta demasiado

poco para todo lo que soporta. Los poemas descriptivos de Wordsworth son

autodramatizaciones de un sentimentalismo desmedido, la trampa siempre

presente en el mundo de Wordsworth. Tomemos, por ejemplo, ese hermoso

fragmento de The Excursion que narra la historia de Margaret (The Ruined

Cottage): ¿quién puede realmente mantener intacta su compasión todo el

tiempo que exige este angustioso poema? ¿Es, de hecho, capaz el propio

Wordsworth de vivir tan prolongadamente las desdichas de otro? Estas

sentimentales narraciones son dramas enmascarados del yo femenino de

Wordsworth. Así dice F. W. Bateson: «Wordsworth ha experimentado la

mayoría de las desgracias de Margaret. En cierto sentido él era Margaret». [11]

El fenómeno del escritor que se incorpora a su propia ficción como una

versión menos desarrollada de sí mismo ya lo vimos operar en las Penas del

joven Werther y en El aprendizaje de Guillermo Meister de Goethe.

La poesía de Wordsworth se debilita cuando extrema su identificación con

un personaje sufriente. La empatía degenera en sentimentalismo, un

sentimentalismo que yo interpreto como autocompasión, pues los

protagonistas son proyecciones del yo. Los mejores momentos de

Wordsworth son aquellos en los que logra un equilibrio entre su voz

masculina y su voz femenina. Así sucede en Tintern Abbey, que tiene una

tonalidad perfecta. Es un poema parco, ágil y majestuoso. Sólo tiene un error:

al final, el autor recuerda «las burlas de los arrogantes». Se refiere

obviamente a los hombres viriles. La voz del poeta se vuelve estridente. Sus

desabridos hombres parecen una banda de malhechores mascando tabaco

ruidosamente. Tintern Abbey mantiene el equilibrio emocional gracias a la

exteriorización ritual de la hermanaespíritu. La alocución de Wordsworth a la

numinosa Dorothy funciona como una forma de posicionar correctamente la

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