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Sexual Personae - Camille Paglia

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Figura 23. La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana de Leonardo da Vinci (1508-1510).

Freud encuentra el origen de la misteriosa sonrisa en un recuerdo

soterrado de Leonardo, el de la pérdida de su madre biológica, a quien vino a

sustituir su madre adoptiva, las dos mujeres representadas en La Virgen con

Santa Ana. Freud conecta la pintura con un sueño de infancia de Leonardo en

el que aparecía un ave de presa, Mut, la deidad egipcia hermafrodita

representada en forma de buitre. Meyer Schapiro rechaza la teoría de Freud y

afirma que la fuente de la sonrisa de Leonardo se encuentra en su maestro,

Verrocchio. La forma de agrupar a las dos mujeres respondía a una

disposición tradicional, dice Schapiro, y el hecho de que las dos aparezcan

misteriosamente representadas con una edad muy parecida significa «la

idealización teológica de Ana como doble de su hija María». [12] Pero en el

gentil Verrocchio no hay nada siniestro ni perturbador. Yo retrotraigo hasta

Donatello, pasando por Botticelli, el origen de la sonrisa de Leonardo y la

encuentro amoral, solipsista y genéricamente transgresora desde el principio.

Leonardo infundió en Verrocchio su propia perversidad: una de sus obras más

tempranas es el ángel andrógino que pintó siendo todavía aprendiz de

Verrocchio en el Bautismo de Cristo (1472).

Freud tiene razón cuando percibe cierto misterio en la figura duplicada de

Santa Ana y la Virgen. Se diría que María se está escabullendo del regazo de

Santa Ana, más que estar sentada en éste. Parece que las figuras son una

superposición fotográfica, dos imágenes vistas simultáneamente, extrañas y

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