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Sexual Personae - Camille Paglia

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La pasividad erótica está implícita en uno de los topos favoritos del

Romanticismo, el de la lira eólica, que aquí es un laúd que simboliza la

subordinación del artista a la fuerza inspiradora de la naturaleza.

Las descripciones de los procesos mentales tienen en Wordsworth un tinte

sexual. La mente es «dueña y señora»; los sentidos son «los obedientes

sirvientes de sus deseos» (Prelude XII, 222-23). La mente es una dominadora.

La vida interior del poeta es semejante a la vida uterina: «Había en mi mente

cavernas en las que el sol / no podía penetrar» (III, 246-47). Wordsworth

emplea las palabras «embarazo» e «impregnación» en contextos ajenos al

sexo. La imagen de la caverna aparece en dos de los pasajes más importantes

de The Prelude. Al atravesar los Alpes, Wordsworth piensa en la imaginación

como una «fuerza horrorosa» que «surge de los abismos de la mente / como

un vapor de origen desconocido» (VI, 594-95). Geoffrey Hartman dice que la

imaginación es ilegítima, como un hijo de padre desconocido, porque «se

engendra a sí misma». [1] La mente, en sus abismos, es una madre tierra

bisexuada, que se autofecunda sin la ayuda del macho. La imaginación es una

hija sin padre porque rehúye el estímulo de la razón masculina; su único

progenitor es la intuición femenina. El poeta es como un oráculo délfico

enloquecido por la emanación de los vapores. Wordsworth vuelve a aquella

conciencia matriarcal que recibía señales de la tierra y del corazón, más que

del cielo y el cerebro. Hartman encuentra «implicaciones sexuales o

vaginales» en las imágenes de Wordsworth: «lúgubre pasadizo», «angosta

sima», «honda senda oscura». [2] Subiendo al Monte Snowdon, Wordsworth

ve una mente cuyo sustento es el infinito, reflexionando sobre «el oscuro

abismo» (XIV, 70-72). La mente como paloma que empolla sus crías sobre su

propia caverna interna. El paraíso perdido de Milton comienza con Dios

«sentado encima del vasto abismo» para «incubarlo y fecundarlo» (I, 21-22).

[**] La poética conciencia maternal de Wordsworth asume los poderes y

privilegios de Dios.

La vista y el oído, dice Wordsworth en Tintern Abbey, no sólo perciben,

sino también «crean a medias». Debe haber equilibrio y armonía entre los

objetos vistos y el ojo que los ve. Wordsworth quiere embotar el agresivo ojo

occidental sin que el solipsismo llegue a oscurecer la visión. Califica de

«mentes pasivas» a aquellas que no logran ver las «afinidades» y la

«hermandad» que existen entre los hombres y las cosas naturales (Prelude

XIII, 375-78; II, 384-86). El uso negativo en este caso de la palabra «pasivas»

es inesperado. Wordsworth ataca a «la osadía, la locura, el frenesí, en los

hombres / que se lanzan contra el mundo pasivo / para gobernarlo» (Prelude

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