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Sexual Personae - Camille Paglia

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furtivamente en los aposentos donde duerme Britomart, tiembla de miedo.

Sus criados la encuentran desmayada a los pies del encolerizado caballero:

vieron a la guerrera doncella

cubierta con una túnica blanca como la nieve, sueltos sus cabellos,

amenazador su hierro justiciero.

Encolerizada se lanzó furiosamente contra ellos,

y con ella su espada llameante…

[III, i, 63,66]

Britomart, la castidad agraviada, es una columna de fuego. Es el arcángel

a las puertas del Paraíso, que expulsa el pecado de su enclaustrada

personalidad sagrada, un círculo virginal. Del mismo modo, Belphoebe

rehúsa los lujuriosos avances de Braggadocchio, una especie de mentecato

chauceriano: «Así volviendo la espalda, resplandeciente su jabalina / contra él

se lanzó, y lo amenazó enfurecida» (II, iii, 42). Los andróginos femeninos de

Spenser, de apolíneo resplandor, afirman la voluntad masculina que las

protege mediante el lanzamiento explosivo de proyectiles fálicos. Estas

jabalinas, sables y dardos forman parte de la luz occidental. Son rayos solares,

las miradas asesinas de nuestro ojo omnipotente.

Al igual que Atenea, Atalanta y Camila, Britomart no tiene madre. Sólo

sabemos de un padre de regia estirpe y una anciana nodriza, Glauce. Hay una

escena peculiarmente física entre Britomart y la nodriza, quien la hace revivir

tras el desfallecimiento que le provoca el ver en una bola de cristal a su futuro

prometido. Glauce da friegas por todo el cuerpo a la joven a su cuidado y le

besa los ojos y los «pechos de alabastro» (III, ii, 34, 42). Estas intimidades

son maternales e infrecuentes. Spenser suele complicar incluso las relaciones

más inocentes con algún adjetivo erotizante, que normalmente describe la

carne, blanca, invitadora. La relación de Britomart con Glauce se corresponde

con la unión infantil de Rosalind y Celia en Como gustéis de Shakespeare: un

protolesbianismo, la matriz femenina prepúber a partir de la cual emerge a la

heterosexualidad la heroína sexualmente ambigua.

Una insinuación lésbica de un tipo diferente se da en el canto anterior, en

el Castillo del Gozo («Castle Joyeus»), donde Malecasta, creyendo que

Britomart es un hombre, se consume de deseo. «Jadeando suavemente y

temblando de pies a cabeza», merodea por los pasadizos del castillo y

finalmente toma la iniciativa masculina de introducirse en el lecho de

Britomart (i, 60). Malecasta sólo ha visto el rostro de Britomart a través de la

visera abierta de su casco, un rostro que sabemos que es muy femenino, de

ahí que su atracción hacia Britomart sea sutilmente homoerótica. Esto resulta

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