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Sexual Personae - Camille Paglia

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El tema obsesivo de Miguel Ángel es la masculinidad glorificada. El

Moisés (1513-15) es la helenización de otra persona bíblica. Es una

impresionante improvisación de imágenes paganas. El encrespado Torso del

Belvedere inspira los protuberantes bíceps de Moisés. Las sinuosas curvaturas

del recién descubierto Laocoonte se desparraman por la larga barba,

atrapando en ellas el índice de Moisés y súbitamente interrumpiendo su

intención. Inmensos ropajes griegos cuelgan de su fuerte pierna, como si

fueran un sudario. El legislador hebraico, al dejar resbalar las tablas, rompe su

propio código. Como David, mira furiosamente hacia la izquierda. Ve a su

veleidoso pueblo adorando al becerro de oro. Pero el artista eleva a Moisés

como nuevo ídolo, ZeusJehováh, una amalgama teatral de fuerza física e

intelectual. Moisés hace a Dios a su propia imagen y semejanza. Y Miguel

Ángel, cual fascinante figura paterna, da vida a la única «persona del sexo»

más viril que él mismo.

La masculinidad del Moisés es absoluta. Elimina la existencia de las

mujeres. No hay madres en este cosmos. Sólo ciertos relieves monumentales

asirios presentan un grado semejante de publicidad machista. Hemos llegado

al límite de la representación sexual. El cuerpo femenino nunca podrá

afirmarse con semejante grandiosidad. El Moisés es una idealización, pero su

exageración de los perfiles físicos normales es la misma que la que producen

las hormonas masculinas. Las mujeres no pueden alcanzar esta densidad y

esta convincente unión de los músculos y las articulaciones, a no ser que se

automediquen con esteroides. John Addington Symonds observa que «la

superioridad de la belleza masculina» consiste en «la organización total del

cuerpo como instrumento supremo de la energía vital». [14] Y yo estoy de

acuerdo. Cuando admiro el cuerpo de una atleta, veo a un andrógino, no a una

mujer. Alabo su usurpación de un modelo masculino. El Moisés es

típicamente occidental en su masculinidad. No hay ningún espécimen en el

arte de otras culturas que se aproxime a su talla o a la abundancia de

vellosidad facial. Este icono electrificante del iconoclasta hebreo es un

paradigma de la racista cultura física griega. Como ya he dicho, la estética

apolínea es dórica y, por consiguiente, aria. El Moisés viene a recusar todo

sentimiento de piedad del liberalismo moderno, en todos los frentes. Es la

belleza como poder, allende toda ética.

La exaltación de la masculinidad lleva a Miguel Ángel a deformar la

representación de las mujeres. Como muchos artistas del Renacimiento,

utilizaba modelos masculinos para las figuras femeninas, ya que era

escandaloso que una mujer posara desnuda. Pero si nos basamos en la

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