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Sexual Personae - Camille Paglia

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embargo, en Wilde la naturaleza carece de su fuerza arquetípica. Sus escasas

descripciones de la naturaleza son bonitas y pertenecen a un género menor.

En Dorian Gray, la naturaleza, a la que se le negó la entrada, se filtra en el

retrato y lo corrompe desde dentro: «Era de dentro, en apariencia, de donde

surgían la impureza y el horror por medio de alguna extraña vida interna, la

lepra del pecado iba corroyendo lentamente aquel objeto. La putrefacción de

un cadáver en una tumba húmeda no era tan horrenda». [50] Interioridad,

licuefacción, ciénaga ctónica. La pintura apolínea se disuelve y se corrompe

en la fluidez dionisíaca.

El desván cerrado a cal y canto, esa enramada del arte de Dorian, recuerda

a la torre donde se encuentran los incestuosos dobles en Byron y a la torreta

donde la doncella posa para su marido-artista en Poe. La habitación también

es un mausoleo, puesto que es la polvorienta sala de juegos de la infancia de

Dorian, conservada igual que el salón nupcial de Miss Havisham en Dickens.

De aquí que el retrato de Dorian sea como el ka o el doble de los difuntos en

las tumbas egipcias, con montones de juguetes y muebles. Las personas que

irrumpen en la habitación y lo descubren, horrorizadas, son como los

arqueólogos que encuentran la momia del rey tirada en el suelo por los

salteadores de tumbas. Convertido en cadáver, Dorian alcanza su última

objetualización. Cuando empieza la novela, el cuadro aún está incompleto.

Basil lo termina cuando Dorian comienza a cambiar, contaminado por lord

Henry. Tras los malos tratos a Sybil, el cuadro no parará de cambiar hasta el

final. Dorian adopta el papel de Basil convirtiéndose en su propio retratista y

trabajando sobre el cuadro por medio de la telequinesis. La pintura sólo

alcanza una forma permanente con la muerte de su modelo, cuya belleza

reclama para sí mismo. De ahí que El retrato de Dorian Gray sea como Al

faro de Woolf, al que yo creo que influyó, en la forma en la que el cuadro y la

novela avanzan en paralelo, de modo que las últimas pinceladas se aplican al

lienzo coincidiendo con los últimos párrafos.

Como autorretratista, Dorian es un artista al estilo de Nerón y construye

una perversa autobiografía a partir del sufrimiento de los demás. La primera

máxima del prefacio de Wilde a El retrato de Dorian Gray, en el que imita el

polémico prefacio de Gautier, es: «El artista es el creador de cosas bellas».

Pero Dorian, que hace de la vida una obra de arte, es un creador de cosas

horribles: su espantoso autorretrato y luego el cadáver de Basil, una «cosa»

con una grotesca sombra, una «espalda encorvada, deforme y sus largos y

fantásticos brazos». En el estilo artístico, Dorian es un profeta del

Expresionismo. La brutalidad del asesinato de Basil ofrece un contraste

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