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Sexual Personae - Camille Paglia

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«personas» durante el Imperio. Lo mismo sucede en el Renacimiento y

volverá a suceder en los psicodélicos años sesenta. Los colores y las

«personas» guardan una relación dinámica. Ya en el último periodo del

Renacimiento, la arquitectura se disuelve en color o resulta prácticamente

sepultada bajo la ornamentación. En la Capilla Cornaro, Bernini emplea

veinte mármoles de diferentes colores. En ese torbellino de sexo y violencia

paganos que es el Barroco de Bernini, el ojo, liberado, acaba arrastrado a la

deriva en un mar de excitación sensual.

El apego del Renacimiento hacia las «personas del sexo» se ve reflejado

en El Cortesano de Castiglione (1528), que ejerció una gran influencia en

toda Europa. Es un libro de instrucciones para la teatralidad. El hombre de

talento, según Castiglione, debe buscar hábilmente la ocasión de exhibirlo. La

vida social es un escenario, y cada individuo un dramaturgo. Castiglione

estableció los criterios del buen gusto en la indumentaria y los modales. El

cortesano es un artefacto, una obra de autoescultura. Es también un

andrógino: es «dulce» y «gracioso» «gentilhombre de rostro y de buena

disposición de cuerpo». [4] Dos de sus cualidades básicas, sprezzatura y

disinvoltura («imperturbabilidad» y «desenvoltura») se inclinan hacia el

hermafroditismo. Es decir, al dar la impresión de que se mueve y habla sin

esfuerzo alguno, lo que hace es enmascarar o eliminar la acción masculina. La

mujer es central en El Cortesano: el diálogo tiene lugar en los aposentos de la

duquesa de Mantua mientras el duque duerme, y la mujer tiene siempre

literalmente la última palabra. La mujer de Castiglione es puramente

femenina. Castiglione se opone al modelo femenino petrarquiano,

sexualmente doble y de una frialdad orgullosa y mortal. Es el contacto con las

mujeres lo que da al cortesano su dulzura y su gracia características. La

educación masculina constituye el tema central de Castiglione, como lo era

también en Platón, pero la mujer ahora ha alcanzado un alto nivel simbólico

de valor espiritual. En Castiglione, todas las mujeres son Diotimas.

El cortesano busca una «persona del sexo» en la que estén perfectamente

equilibrados lo masculino y lo femenino. Castiglione previene del

afeminamiento, de la excesiva feminización. En el rostro del cortesano debe

haber «una buena gravedad de hombre»:

Esta calidad es muy buena y suélese hallar en muchas y diversas formas de rostros, y, en

fin, es tal cual yo la querría para nuestro Cortesano; no regalada ni muy blanda, ni mujeril

como la desean algunos, que no sólo se encrespan los cabellos, y, si a mano viene, se hacen

las cejas, mas aféitanse y cúranse el rostro con todas aquellas artes y diligencias que usan las

más vanas y deshonestas mujeres del mundo. Éstos son los que en el andar y en el estar y en

todos los otros ademanes son tan blandos y tan quebrados, que la cabeza se les cae a una parte

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