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Sexual Personae - Camille Paglia

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ahora los ámbitos conceptuales tanto como ctónicos. Sus comentarios están

directamente dirigidos hacia nosotros. Swinburne pretende que temblemos de

miedo mientras que su beligerante «persona» femenina se acerca al límite

ficticio y comienza a violar el espacio entre el poema y el lector. ¡El aliento

con el que leemos Anactoria es el aliento que Safo nos arrebatará! Es obvio

que en todo esto hay un elemento sexual. Consideremos el verso de

Swinburne que dice: «¿No habrá de vivir acaso, y cumplir su deseo?».

Recordamos aquí al vampiro Geraldine, al que Coleridge se dirige tras la

violación de la virginal Christabel: «¡Oh, Geraldine! una hora entera ha sido

tuya… / Se ha cumplido tu deseo». Es misterioso encontrar, tanto en

Coleridge como en Swinburne, la locución masculina «cumplir el deseo» en

un contexto femenino. En el clímax de Anactoria, Safo, el vampiro de

Swinburne, satisface su deseo de poseer la posteridad, masculina y femenina,

invadiéndola espiritual y sexualmente y devorando nuestra energía vital para

desafiar a Dios y al tiempo. La Safo de Swinburne comparte con los vampiros

lésbicos de Balzac y Baudelaire una misma fuente: Coleridge, quien entra en

el tardorromanticismo francés a través de sus herederos artísticos: Byron y

Poe.

Volviendo a las «personas del sexo» de Anactoria, el tema con el que

comenzamos, vemos que no hay duda de que Swinburne se identificó con

Safo. Ella es una jerarca lo bastante déspota para contener cualquier aspecto

importante de un personaje que se humilla ritualmente. La vocación poética

compartida es irrelevante, ya que seguramente Swinburne citaría abundantes

testimonios de la Antigüedad para demostrar que Safo, la décima Musa, era

mucho mejor poetisa que él. La etiología de Anactoria hay que buscarla en la

sensación de Swinburne de que su poesía estaba deviniendo incómodamente

fuerte. Por consiguiente, revive a Safo in propria persona a fin de volver a

verse aplastado bajo la superioridad femenina, esta vez en el santuario de su

arte. Anactoria es una forma de dar a la poesía lírica, igual que a la

Naturaleza, unos orígenes puramente femeninos, lo que permitía a Swinburne

borrar la tradición masculina. Ahora no hay nada entre él y Safo. Ella es su

demónica progenitora.

Anactoria es el poema de Swinburne con un final más sensual y el más

desarrollado intelectualmente. Su oratoria es decorosa y contenida, sin

ninguna de las estridencias que a veces echan a perder los poemas con una

voz masculina. Yo creo que el poder de Anactoria viene de la metatesis

sexual, esto es, de la transformación transexual de Swinburne en Anactoria,

pasivo receptor de los salvajes requerimientos amorosos de Safo. Swinburne

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