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Sexual Personae - Camille Paglia

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inalcanzable sexualmente porque carece de cuerpo: ha desaparecido su torso;

sus labios carnosos invitan, pero están firmemente sellados. Su perfección es

sólo para la exhibición, no para el uso. Akenatón y su reina saludarían a sus

cortesanos desde el balcón, la «ventana de las apariciones». Todo arte es una

«ventana de las apariciones». El rostro de Nefertiti es el sol de la conciencia

alzándose en el horizonte, el marco o cuadrícula matemática de la victoria del

hombre sobre la naturaleza. La cosificación idólatra del arte occidental es un

hurto a la autoridad de la madre naturaleza.

La desigualdad de los ojos de Nefertiti, deliberada o accidental, es un

símbolo de la dualidad de la cultura del antiguo Egipto. Al igual que el gato,

Nefertiti ve dentro y fuera. Posa inmóvil en actitud apolínea y mira

demónicamente, como una Gorgona. Las Grayas griegas, las tres viejas

hermanas divinas, tenían un ojo que se pasaban de mano en mano. Fontenrose

las relaciona con la doble pupila de una reina lidia: «Lo que tenía, creo yo, era

un ojo de quita y pon con unos poderes maravillosos. Era un ojo que podía

penetrar en lo invisible». [38] Nefertiti, la maniquí tuerta, ve más siendo

menos. La mutilación es una expansión mística. Los copistas modernos le

ponen el ojo que le falta porque no hacerlo sería fatal para los cánones de

belleza populares. Los ojos mutilados parecen enloquecidos o espectrales,

como sucede en «El corazón delator» de Poe con el ojo velado del buitre.

Nefertiti es una materia visionaria y mutante, una cosa que ve. En Egipto, la

materia se hace numinosa mediante la primera electricidad de la mente. En el

culto egipcio a la visión, se cree que Nefertiti huye de sus orígenes.

De la Venus de Willendorf a Nefertiti: del cuerpo al rostro; del tacto a la

vista; del amor a la inteligencia; de la naturaleza a la sociedad. Nefertiti es

como Atenea, que nació de la cabeza de Zeus, una diosa armada con un

pesado casco. Es hermosa, pero asexuada. Es el decoro y la reserva hierática;

su cabeza es literalmente un depósito de contención y abreviación, al igual

que su torso atrofiado. Su ostentosa y pesada corona es el frío vivero del

pensamiento categórico griego. La ceñida banda es severidad, rigor, ideas

encauzadas. Se ha levantado la nube miasmática de la madre naturaleza. El

rostro autoritario, prominente, de Nefertiti es la arista cortante de la

conceptualización y de la proyección occidentales. En su perfil, todos los

caminos llevan hasta el ojo. De lado, todas las diagonales convergen en el

punto más alto de unos vectores de fuerza. Se alza de frente como la cabeza

de una cobra: la mujer como real intimidadora. Es la mirada intensa de

Occidente, la grandiosidad y la extensión excesivas de la cultura de la cabeza.

El busto complace a la mirada del espectador, pero también lo oprime.

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