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Sexual Personae - Camille Paglia

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complejos códigos penales y nuestras elaboradas eróticas de la transgresión.

La debilidad de todas las críticas radicales en lo que concierne al sexo y a la

sociedad es que no reconocen que los sexos necesitan un vínculo ritual a fin

de controlar su carácter demónico y, en segundo lugar, que las represiones

sociales lo único que hacen es incrementar el placer sexual. No hay nada

menos erótico que una playa nudista. Las limitaciones rituales intensifican el

deseo. De ahí que en las prácticas sadomasoquistas existan las máscaras, las

cadenas y las correas.

Las células occidentales de la santidad y de la criminalidad suponen un

avance cognitivo en la historia humana. Nuestros mitos fundamentales son el

de Fausto, que se encierra en su estudio para leer libros y descifrar el código

de la naturaleza, y el de Don Juan, que hace una guerra de placer y cuenta sus

conquistas en números apolíneos. Ambos son egos celulares, seductores y

sabios criminales, en los que se funden el sexo, las ideas y la agresividad. Esta

célula separada de la naturaleza es nuestro cerebro y nuestro ojo. Nuestras

fuertes personalidades son imágenes proyectadas de la corteza cerebral

apolínea. Las «personas» son ideas visibles. Todas las expresiones faciales y

poses teatrales, presentes entre los primates, son sombras fugaces de esas

«personas». Mientras que el decoro japonés limita las expresiones faciales, el

arte occidental, desde la época helenista, ha registrado todos los matices de la

ironía, la ansiedad, la amenaza, el coqueteo. La dureza de nuestras

personalidades y la tensión que entraña su escapada de la naturaleza han

producido la vulnerabilidad occidental a la decadencia. La tensión conduce a

la fatiga y al colapso, las fases «tardías» de la historia en las cuales florece el

sadomasoquismo. Como intentaré demostrar, la decadencia es enfermedad del

ojo, una intensificación sexual del voyeurismo artístico.

Las cosas apolíneas del sexo y el arte occidental alcanzan su máxima

glorificación económica en el capitalismo. Durante los últimos quince años,

los planteamientos marxistas de la crítica literaria han gozado de un creciente

predicamento. Parece que ser consciente del contexto social del arte tuviera

que implicar automáticamente una orientación de izquierdas. Pero es posible

desarrollar una teoría que es simultáneamente vanguardista y capitalista. El

marxismo fue uno de los hijos decimonónicos de Rousseau, fortalecido por su

fe en la perfectibilidad del hombre. Su creencia en que las fuerzas económicas

son las fuerzas primarias de la historia no es más que naturalismo romántico

disfrazado. Es decir, traza un movimiento ondulante en el contexto material

de la vida humana, pero intenta negar el carácter perversamente demónico de

ese contexto. El marxismo es la más desolada de las formaciones de la

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