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Sexual Personae - Camille Paglia

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«persona», la identidad dramatizada de Wordsworth, es una de las más

fuertes, más feroces y más falsas de toda la poesía. Como decía Wilde, un

autor, sin embargo, totalmente consciente de su «persona», «la naturalidad es

una pose difícil de mantener». No puede haber discurso, no puede haber un

hombre que habla a los otros, sin «persona». Las palabras están contaminadas

de personalidad. Ni siquiera en el periodismo, la historia o la ciencia puede

haber palabras sin punto de vista. Wordsworth está sometido a una presión

autoimpuesta: la de crearse una «persona», un personaje, pues ésa es la voz

que necesita para justificar la forma de actuar de la naturaleza con los

hombres. «Yo hago», le dice Wordsworth a la madre naturaleza, pero no

puede permitirse verla claramente. Al eliminar los aspectos negativos y

salvajes de la naturaleza, pone una mordaza a su propia voz. Wordsworth es

el primero de esos liberales carentes de todo sentido del humor. Incluso

Rousseau es más autoanalítico y consciente de sus caprichosas perversidades.

Sade se ríe y ve comedia en la crueldad, sabiendo que toda comedia encierra

una medida de crueldad. El ingenio dieciochesco, que Wilde imita, era la más

agresiva de todas las formas retóricas. Al renunciar al ingenio y al reprimir el

sadismo de la naturaleza, Wordsworth convierte el bathos en un abismo de la

desesperación. El miasma ctónico pergeña una nueva ciénaga para que caiga

en ella su hijo ciego.

Puede que Shelley fuera el primero en acusar a Wordsworth de ser un

reprimido sexual. En su sátira, Peter Bell the Third, Shelley dice que

Wordsworth es un «eunuco moral», «un ñoño», «un hombre solemne y sin

sexo», «un Molly masculino». Knight dice: «The Prelude es peculiarmente

asexuado. El silencio [respecto al sexo] en una declaración tan general es

sorprendente». [14] Trilling afirma: «… no hay duda: Wordsworth, extremando

o pervirtiendo su propio yo, lleva el elemento de quietud hasta la negación de

la sexualidad». [15] Hartman se opone a esta corriente de la crítica e insiste en

que los grandes temas de la poesía de Wordsworth no deben ser «profanados

con unos análisis tan parciales». [16] Lo que resulta parcial y reductor en la

mayoría de las interpretaciones freudianas del arte es que se centran en el

sexo sin reparar en que el sexo es un subconjunto de la naturaleza. Reunir a

Frazer y a Freud, que es lo que yo trato de hacer, resuelve el problema. Todo

en el arte, sexual o no, entraña una visión del mundo y una teoría de la

naturaleza. El sexo en Wordsworth se encuentra en las erotizadas emociones

femeninas, que lo envuelven en una nube numinosa siempre que desciende

desde el masculino sublime miltoniano. Wordsworth espera encontrar la

felicidad a través del sentimiento puro, pero las cosas más felices de su poesía

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