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Sexual Personae - Camille Paglia

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espada de Artegall como un símbolo de castración y lo lleva a rastras. «Así de

duro es ser esclava», comenta Spenser, avisando que todas las mujeres

excepto las reinas nacen para obedecer a los hombres (V, v, 23, 25). La gran

cadena de la existencia gobierna la definición spenseriana del orden sexual,

que se perfecciona en el matrimonio. En el Libro de la Justicia («Book of

Justice»), Artegall ofende ese principio al desequilibrar el equilibrio sexual

del poder. En el Renacimiento se creía que la supremacía política de los

hombres sobre las mujeres estaba fundada en la ley natural.

Britomart cabalga veloz a rescatarlo. Ha de restablecer la virilidad de

Artegall, paradójicamente a fin de someterse a él. Los roles sexuales

caballerescos están invertidos. Britomart es el caballero blanco y Artegall la

damisela afligida. Al vislumbrar a su futuro esposo vestido de mujer,

Britomart vuelve la cabeza avergonzada. Cuando reta a Radigund a batirse

con ella, sufre una conmoción. Ésta es la primera y la única vez en el poema

en que es derrotada. Sólo una hermafrodita puede vencer a otra hermafrodita.

Spenser nos hace contemplar un torneo entre dos andróginas como para

demostrarnos que este tipo es más verdadero o superior. Britomart, quien

significativamente acaba de regresar del santuario de Isis, donde ha

investigado sobre su futura maternidad, se recupera y mata a la amazona al

instante. Destruye el reino revolucionario de Radigund, repeliendo «la

libertad de las mujeres» y volviéndolas a poner bajo la «sujeción de los

hombres» (V, vii, 42).

Como también quedaba demostrado al final de Como gustéis, el

Renacimiento, pese a su humanista expansión de los derechos de las mujeres,

no podía permitir que prosperase el amazonismo en el mundo social. Pero las

«personas del sexo» de Spenser hacen travesuras con su doctrina oficial.

Britomart tiene más fuerza y más sentido común que su futuro esposo. Es ella,

y no Artegall, el verdadero héroe épico de Spenser. Por las venas de Britomart

corre la sangre noble de los refugiados troyanos, que pasará a través de ella a

la monarquía británica, levantando así la tercera Troya del Londres isabelino.

Así que ella es la verdadera Eneas del poema. En mi artículo «The Apollonian

Androgyne and The Faerie Queene» se analiza el resto de sus ambigüedades

sexuales. [10]

La superioridad militar de Britomart no es un fenómeno de la época.

Spenser se lamenta de que en su tiempo fuera un rareza. En épocas lejanas, en

«la gloriosa Antigüedad», las mujeres luchaban en el campo de batalla e

inspiraban a los poetas. Hagamos que resuciten esas grandes gestas

femeninas, proclama (III, iv, 1-2). En The Faerie Queene, la feminidad

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