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Sexual Personae - Camille Paglia

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siglo XIX. El aprendizaje de la criatura, o Bildung, implica una gran dureza

física. Blake se anticipa a Freud al basar el intelecto en el cuerpo. En su

anterior poema, To Tirzah, la bruja y la madre son una única figura: «Tú,

madre de mi parte mortal / cruelmente modelaste mi corazón, / y con falsas

lágrimas engañosas, / ataste mi nariz, mis ojos y mis oídos». La naturaleza

que teje las membranas del cuerpo nos envuelve al nacer en su sudario.

Una vez clavada la criatura por sus cinco sentidos, la bruja «recoge sus

gritos en copas de oro». La copa de oro es escalofriantemente arquetípica. Es

virginal, vaginal, eucarística. El cuenco dorado de Thel es su egoísta instinto

de conservación. Es lo orgánico moralmente petrificado, como los muros de

Londres. Las mezquinas copas de oro de la bruja simbolizan su egolatría y su

egoísmo, el solipsismo sexual de la «rosa enferma». Una copa envenenada: la

Puta de Babilonia sostiene una copa de oro desbordante con la espuma de sus

fornicaciones. La esposa de Loki recoge el veneno de una serpiente colgada

sobre el cuerpo atado de éste. La bruja de Blake es un vampiro que recoge el

chorro de sangre infantil para bebérsela. Vimos en Londres cómo Blake

convierte mágicamente el ruido en suspiro; los suspiros en gritos; los gritos en

ríos de sangre. Las copas de oro de The Mental Traveller son sus mismas

estrofas rebosantes con las congojas de la humanidad.

Al principio de The Mental Traveller, el dominio de la mujer sobre el

hombre parece tan total que se diría que es invencible. La criatura, el recién

nacido, es materia inerte manipulada por un primun mobile femenino. Lo

llega a conocer por medio de sus sádicas caricias. Normalmente, el cuerpo

femenino es un instrumento de cuerda que tañen los hombres. En este caso,

sin embargo, la madre naturaleza es una consumada arpista que toca para sí

una música tenebrosa. Los tormentos que le inflige confieren al varón su

identidad, una identidad de la que carece el recién nacido de Júbilo del niño.

Su género es reforzado por el autoritarismo biológico de la naturaleza. The

Mental Traveller es una secuencia de cambios sexuales. El primero es una

Pietà, donde la vieja bruja se convierte en una virgen con su «hijo

ensangrentado». La Gran Madre, que llora a su hijo-amante, es derribada y

atada a su vez. Entonces es el hombre quien se regocija con la masoquista

vulnerabilidad de la mujer. Cambia el servicio de saque en la cancha de Sade.

En The Mental Traveller, el género se enciende y luego se va apagando poco

a poco. El dominio y la sumisión, la ley de la naturaleza, estructura el poema

de una forma compulsiva. En el Pentesilea de Kleist vimos una estructura

parecida. The Mental Traveller tiene un ritualismo coreográfico. Es como una

parodia de un salón de baile en el que las damas se empeñaran en ser ellas las

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