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Sexual Personae - Camille Paglia

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Murray dice que «Atenea es un ideal, un ideal y un misterio; el ideal de la

inteligencia, del trabajo incesante, de la pureza casi aterradora». [10] Otto, por

su parte, considera que «el hombre moderno, particularmente el del norte, ha

de habituarse poco a poco a la claridad relampagueante de su forma. Su

resplandor entra en nuestra brumosa atmósfera con una brusquedad casi

aterradora». [11] Atenea es un rayo de violenta luz blanca, una fría quemadura

solar. Cuando es arrastrado por la cabellera, el Aquiles homérico la reconoce

al instante, pues sus ojos «centelleaban de un modo terrible». [12] Las

divinidades olímpicas apolíneas son dioses-ojo y conforme al agresivo ojo

occidental viven, aconsejan y gobiernan.

Atenea tiene una compleja dualidad sexual, que empieza con su

prodigioso nacimiento. Hesíodo cuenta que Zeus, prevenido de que Metis, su

mujer embarazada, podría dar a luz un hijo más fuerte que él, se la traga.

Atenea, la hija de ambos, sale poco después de la frente de Zeus, ayudada,

según algunas fuentes, por los martillazos de Hefesto o de Prometeo. El papel

de Metis se inventó probablemente a fin de explicar la leyenda del nacimiento

de Atenea de la frente de Zeus, que es más antigua. Tal vez la andrógina

Atenea es una disolución de Metis en el feto masculino que había engendrado.

Atenea nace de la agresión. Tiene que abrirse camino para salir. Los

martillazos también son su fuerza, como un puño golpeando en la mesa. En

inglés decimos que una idea nos «golpea» o, como se decía en los sesenta,

que hemos tenido un «flash». Atenea es Zeus pensando intensamente,

avanzando con las espantosas zancadas de la inducción primitiva. Zeus

también es hermafrodita: tiene el poder de la autoinseminación y de la

procreación o concepción, que tanto en inglés como en latín tiene el doble

sentido de engendrar un hijo y de comprender. El Khepri egipcio, el primum

mobile masturbatorio, es representado hecho un ovillo, tocándose la cabeza

con los pies, como si fuera un uroboros, del que sale despedida una minúscula

figura humana. Así que tal vez Zeus también fue un masturbador primigenio,

que se amaba a sí mismo como después amaría a su hermana Hera. La

amazona Atenea es una espuma broncínea de amor por sí misma. Gregory

Zilborg compara el nacimiento de Atenea con la couvade ritual, en la que el

padre, celoso tras el nacimiento de su hijo, se mete en la cama y es atendido

como si estuviera de parto. En sus referencias a las fantasías esquizofrénicas

de bebés naciendo por la cabeza o por el pene, Zilborg concluye que los mitos

de los nacimientos de Atenea y Dioniso son el resultado de la envidia

masculina del poder procreador de la mujer, «la envidia de la mujer», que

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