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Sexual Personae - Camille Paglia

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de Miguel Ángel, el pesado fardo de su yo aprisionado. No puedo estar segura

de que los grandes artistas tengan moral alguna. El arte es en primer lugar

apariencia, y luego significado. El Cautivo moribundo y la Victoria, así como

los veinte exhibicionistas ignudi, o jóvenes desnudos, emparejados del techo

de la Capilla Sixtina, son complejos objetos sexuales paganos. Estas obras se

parecen a The Faerie Queene de Spenser en la forma en la que la alegoría

moral se trastoca en lascivo naturalismo sexual.

El principio fundamental de Miguel Ángel es la búsqueda de la forma

apolínea. Sus figuras tienen que ejercer una fuerza enorme para mantener su

aspecto. Nuestro ojo y el del artista han de ser agresivos y vigilantes. La

dialéctica entre la definición y la disolución se hace evidente ya en el Baco

(1497). «Andrógino y seductor», según las palabras de Robert Liebert, el

juvenil dios del vino de Miguel Ángel nos ofrece con paso tambaleante su

copa alzada. [20] Pero la seducción no es sólo sexual. Como ya he dicho, la

gran escultura occidental es apolínea. Por consiguiente, el tambaleante Baco

es una forma apolínea seducida por las delicuescentes fuerzas ctónicas. La

llamada de la madre tierra. Miguel Ángel no volverá a tener que utilizar a

Baco abiertamente, pues sus figuras asimilan artísticamente el tema

dionisíaco. Clark habla de la «tormentosa opresión» en los torsos de Miguel

Ángel. Stokes ve en la escultura y en la pintura «un estado de incómoda

pasividad, que reconocemos en términos de un peso que nos oprime». [21]

¿Qué es lo que oprime las figuras de Miguel Ángel? Su terribilità es la

maligna gravitación de la madre naturaleza, que disuelve todas las formas en

su ciclo de cambio y recreación. La orientación apolínea garantiza la

identidad de los objetos. El contorno escultórico está tan marcado en Miguel

Ángel debido al peligro de rendición femenina a la naturaleza.

Indiferente, al igual que los artistas griegos, al paisaje, Miguel Ángel

convierte la figura humana en el campo de batalla. Su resistencia a la

naturaleza es similar a la de William Blake: ambos estaban obsesionados con

un mundo generado y continuado sólo por la masculinidad. A fin de

materializar ese mundo, el colérico Miguel Ángel trabajó con una fuerza y

una resistencia físicas implacables: un titanismo hiperbólico. Pero un cosmos

totalmente masculino es insostenible. No puede durar ni siquiera cuando ha

sido creado por un genio. Y, consecuentemente, las figuras masculinas de

Miguel Ángel están agotadas por el esfuerzo e irremediablemente contagiadas

de una feminidad que se eleva, cimbreándose, desde un centro de gravitación

espiritualmente opaco. La pornográfica fluorescencia del Cautivo moribundo

reside en su falta de deseo, en la crispada sensualidad de su abandono. El viril

Página 203

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