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Sexual Personae - Camille Paglia

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madres tiránicas. El narrador de Ligeia es un «niño» bajo la tutela y la

«infinita superioridad» de la heroína (llamada así, supongo, por la sirena

homérica de Milton). Al igual que Shelley y Mill, Poe sueña con una mente

femenina que, cual musa, eclipse la del hombre. Ligeia carece

misteriosamente de «apellido», pues la mujer se reproduce por

partenogénesis, y concibe y es concebida sin ayuda del varón. [3] El narrador

no puede recordar cómo o dónde la conoció: es la sombra materna en el

umbral de la memoria infantil.

Las leyes sexuales del mundo de Poe son tan estrictas que una mujer

normal, femenina, no puede sobrevivir bajo ellas. La segunda esposa del

narrador, la rubia lady Rowena, ha de ser exterminada a fin de restaurar la

jerarquía adecuada, la de la hembra sobre el varón. Ligeia, de cabellos negros

como el plumaje de los cuervos, venciendo a la muerte por pura fuerza de

voluntad, vuelve de la tumba para invadir el cuerpo de su sucesora. En mi

opinión, Poe reescribe aquí la violación de Christabel por parte de Geraldine.

Revierte a la heterosexualidad la escena ritual de Coleridge, como lo vuelve a

hacer en Morella, donde una mujer muerta regresa para hacer desaparecer a

su hija. Ligeia termina en una epifanía demónica, un «horrible drama de

resurrección» que hace gritar de gozo y temor al narrador. «Una enorme masa

de cabellos desordenados… más negros que las alas de cuervo de la

medianoche» se desploma. [4] Ligeia es la madre naturaleza y la noche arcaica,

una erupción de paganismo ctónico. Desafía las leyes divinas de la

mortalidad, porque ella, no Él, es resurrección y vida. En medio de la catarata

de cabellos medúseos se ven aparecer lentamente, con un movimiento

robótico, los «grandes ojos, los ojos negros, los extraños ojos» de Ligeia, los

mismos con los que Geraldine hipnotiza a Christabel. ¿Qué ocurre a

continuación? La historia se autodestruye. El ojo gorgónico de la naturaleza,

vomitando la sucia maraña serpentina de la negra tierra, petrifica al narrador

de Poe.

En Berenice, escrito tres años antes, esa súbita afirmación jerárquica

ocurre al principio en lugar de al final del psicodrama. De nuevo nos

encontramos con el incesto: Berenice y el narrador son primos. Ella le domina

con su «mirada vidriosa». Él examina ansioso sus labios «finos y contraídos»,

que se entreabren en una extraña sonrisa para revelar «los dientes». [5] El

vampiro de Coleridge también descubre sus colmillos. La vagina dentata, que

succiona al héroe de Huysmans, es en Poe una especie de rayo de luz, de faro:

su musa vampírica guía, conduce, devora. Enfrentado a la naturaleza, Poe no

ve la madre benévola que veía Wordsworth, sino al caníbal de Darwin, la

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