Tese completa Jaci MenezesFCC

La política electoral en la República es construida sobre la idea de la necesidad de
control del contingente electoral y de su restricción a aquellos que, alfabetizados, podían ser
considerados capaces de discernimiento. De ese modo se cumplían los reclamos liberales de
control de la mayoría por la minoría ‘civilizada’, letrada, evitando el ‘igualitarismo’, la
‘uniformización’. La civilización se haría entre nosotros paulatinamente, por la fusión de la
sangre del liberado, por la inclusión en la cultura letrada, por la desaparición de las marcas de la
esclavitud. Igualdad sí, pero con limitaciones. (en términos)
La fuerza hegemónica de esas ideas pueden ser medidas por los efectos que tuvieron:
sólo en 1985 los analfabetos tuvieron acceso al voto que, sin embargo, para ellos, no es
obligatorio - como es para los demás ciudadanos brasileños - y ni les fue permitido ser votado.
Electores pero no elegibles. Además de esto, el llenado de los formularios de las cédulas
electorales, hasta muy recientemente, requería habilidad en la lectura y en la escritura. Durante
todo el siglo que transcurrió a partir de la Reforma Electoral de 1881, fueron pocas las voces
que se levantaron a favor del voto de los analfabetos, como Gregório Bezerra en 1946. Las
reinvidicaciones de los trabajadores son, por el contrario, a favor de la expansión de la
escolarización, su oferta nocturna, para que los trabajadores pudiesen frecuentarla, la lucha
contra el analfabetismo, a través de la organización de Campañas y Ligas de combate al mismo,
la creación de organismos propios para garantizar la escolarización para sí y para sus hijos. Los
negros y los trabajadores siempre valorizan positivamente la escolarización, buscando
masivamente la escuela en la medida en que la mejora de la calidad de vida y la ampliación de
la oferta de matrículas les posibilitó retirar a niños y adolescentes del trabajo y enviarlos a la
escuela.
Desde el punto de vista de la política educacional, también es lento el establecimiento
de un derecho a la educación. Por un lado, se afirmaba la exigencia de la lectura como criterio
para calificar al ciudadano; por otro, se peticionaba la ‘desoficialización’ de la enseñanza, en
nombre de la libertad de pensamiento. El Estado Nacional no declara un derecho a la educación
hasta 1934; pocos Estados lo hacen (entre ellos Bahía) - pero siempre en el límite de su propia
organización interna. Bahía opta por municipalizar la enseñanza primaria, delegando a la
instancia local, aún más pobre que el estado-miembro, la inclusión a la ciudadanía. Al Estado le
cabría una función suplementaria - implantaría 2 escuelas por municipio, asimismo en zona
urbana, lo que realiza luego en el comienzo de siglo.
A pesar de la unificación del sistema provincial de educación, realizada en 1925 por
Anísio Teixeira, la participación municipal y hasta la creación de redes municipales es
retomada a partir del Estado Nuevo, orientadas principalmente hacia la zona rural,
circunscriptas a las series iniciales, permitiéndoseles la utilización de profesores laicos y con
remunueración menor que los profesores titulados. Es interesante siempre recordar que el
derecho a educación, y su manera de realización, era siempre remitido para las generaciones
futuras, para aquellas que, en el momento, por ejemplo en la proclamación de la República,
estaban en edad escolar - nunca para adultos. Éstos tenían que obtener el ingreso a la ciudadanía
por sus propios medios. Fue una forma que se encontró para dar precio al voto, colocarlo como
bien de mercado.
2. Inclusión/ Exclusión