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La Gran Transformacion – Karl Polanyi.pdf

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Antecedentes y consecuentes 151<br />

ciante próspero que no comprase tierras). El término pobre<br />

designaba a la vez a los que pasaban necesidad y a todo el<br />

pueblo; incluía, pues, evidentemente a los indigentes, pero no se<br />

refería exclusivamente a ellos. En una sociedad que proclamaba<br />

que en su seno había sitio para todo cristiano, había que<br />

ocuparse de los viejos, de los enfermos y de los huérfanos.<br />

Pero, sobre todo, estaban los pobres válidos, los que nosotros<br />

denominaremos parados por suponer que tenían la posibilidad<br />

de ganarse la vida mediante el trabajo manual si pudiesen<br />

encontrar un empleo. <strong>La</strong> mendicidad estaba severamente<br />

castigada, y el vagabundeo, en caso de reincidencia era considerado<br />

una infracción capital. <strong>La</strong> Ley de pobres de 1601<br />

ordenaba que el pobre válido fuese puesto al trabajo, de modo<br />

que ganase su sustento, que estaba asegurado por la parroquia.<br />

Los socorros fueron puestos claramente bajo la responsabilidad<br />

de las parroquias, que recibieron el poder de recaudar las<br />

sumas necesarias mediante tasas o impuestos locales. Estos<br />

gravámenes afectaban a todos los propietarios y arrendatarios,<br />

fuesen ricos o no, según fuese el alquiler de la tierra o de las<br />

casas que ocupaban.<br />

El Estatuto de los artesanos y la legislación de pobres formaron<br />

conjuntamente lo que podría denominarse un código<br />

del trabajo. <strong>La</strong>s leyes de pobres eran no obstante administradas<br />

localmente: cada parroquia -unidad muy pequeña-<br />

adoptaba sus propias disposiciones para aplicar al trabajo a<br />

los pobres válidos, así como para mantener asilos, socorrer a<br />

los huérfanos y colocar a los niños sin recursos en el aprendizaje.<br />

Cuidaban además a los ancianos y enfermos, enterraban<br />

a los muertos que carecían de medios y cada parroquia<br />

fijaba su baremo de tasas. Todo esto parece una gran tarea,<br />

pero con frecuencia la realidad era más modesta: muchas parroquias<br />

carecían de asilo, y muchas otras no habían previsto<br />

ninguna medida para ocupar provechosamente a los desocupados<br />

útiles. <strong>La</strong> pereza de los contribuyentes locales, la<br />

indiferencia de los vigilantes de pobres, la dureza de quienes<br />

obtenían beneficios con el pauperismo viciaban de mil maneras<br />

el funcionamiento de la ley. Pero, a pesar de todo, las casi<br />

16.000<br />

151

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