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La Gran Transformacion – Karl Polanyi.pdf

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catos, y se separase de la oscura masa de los trabajadores<br />

sumidos en la pobreza, y a que los trabajadores hubiesen dado<br />

su aprobación al sistema que les era impuesto por la nueva ley<br />

de pobres, para que la fracción de los mejor pagados de entre<br />

ellos fuese autorizada a participar en los consejos de la nación.<br />

Los cartistas habían combatido para obtener el derecho<br />

a detener la rueda de molino del mercado que trituraba la vida<br />

del pueblo, pero únicamente se concedieron derechos a los<br />

trabajadores cuando el lastimoso proceso de adaptación ya se<br />

había consumado. Tanto en el interior como en el exterior de<br />

Inglaterra, de Macaulay a Mises, de Spencer a Sumner, no existió<br />

un solo militante liberal que se abstuviese de manifestar su<br />

firme convicción de que la democracia del pueblo ponía al capitalismo<br />

en peligro.<br />

Esto que sucedió respecto al trabajo, se repitió en relación al<br />

dinero. En este ámbito, una vez más, los años veinte estuvieron<br />

prefigurados por los años 1790. Bentham fue el primero que<br />

reconoció que la inflación y la deflación eran ingerencias en<br />

el derecho de propiedad: la primera era un impuesto sobre los<br />

negocios, la segunda una intervención en los negocios 2 . A partir<br />

de entonces, el trabajo y el dinero, el paro y la inflación han<br />

pertenecido siempre, desde el punto de vista politico, a la misma<br />

categoría. Cobbett denunció al patrón-oro a la vez que denunciaba<br />

la nueva ley de pobres; Ricardo los defendió sirviéndose -<br />

de argumentos muy similares, pues al ser, tanto el trabajo como<br />

el dinero, mercancías, el gobierno no tenía ningún derecho<br />

a intervenir en ellas. Los banqueros que se oponían a la introducción<br />

del patrón-oro, por ejemplo Atwood de Birmingham, se<br />

encontraban del mismo lado de la trinchera que socialistas como<br />

Owen. Un siglo más tarde, Mises volvía a repetir que el<br />

trabajo y el dinero no concernían en absoluto al gobierno, al<br />

igual que ocurría con cualquier mercancía en el mercado. En la<br />

América del siglo<br />

2 i. BENTHAM, Manual of Political Economy, sobre la inflación en<br />

tanto que «frugalidad obligada» y como «impuesto directo», pp. 44 y<br />

45, respectivamente. Véanse también sus Principies of Civil Code,<br />

op. c, cap. XV.<br />

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