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La Gran Transformacion – Karl Polanyi.pdf

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<strong>La</strong> economía política.. 197<br />

sórdido e innoble, no se realizaría si tal ley no existiese. ¿Qué<br />

sería de la patria si no se pudiese contar con los pobres? «¿Qué<br />

otra cosa, aparte del desamparo y la pobreza, podría empujar a<br />

las clases inferiores del pueblo a afrontar todos los horrores que<br />

les esperan en el océano tempestuoso o en los campos de<br />

batalla?». Esta demostración de férreo patriotismo resulta sin<br />

embargo compatible son sentimientos más tiernos. Eso sí, en<br />

todo caso la asistencia a los pobres debe ser completamente<br />

abolida. <strong>La</strong>s leyes de pobres «provienen de principios absurdos,<br />

como el de pretender conseguir algo que es impracticable<br />

tanto por naturaleza como por la organización del mundo».<br />

Pero, ¿cuándo la suerte de los indigentes se deja en manos de<br />

los provistos de fortuna, quién puede dudar que «la única dificultad»<br />

consiste en limitar el ímpetu filantrópico de estos<br />

últimos? ¿No son los sentimientos de caridad mucho más<br />

nobles que los que se derivan de las rigurosas obligaciones<br />

legales? «¿Existe algo más hermoso en la naturaleza que el<br />

dulce contento de la beneficencia?» Townsend compara esta<br />

piedad a la fría insensibilidad de un «despacho parroquial de<br />

socorros», que no conoce más que situaciones en las que se<br />

intercambia una «ingenua expresión de gratitud sincera por<br />

favores inesperados». «Cuando los pobres se ven obligados a<br />

cultivar la amistad del rico, éste no dejará de sentir inclinación<br />

por mitigar la miseria del pobre...» Quien lea la descripción<br />

relativa a la vida privada de las «Dos Naciones» lo tendrá muy<br />

claro: inconscientemente su educación sentimental se deriva<br />

más de la isla de las cabras y los perros que de la Inglaterra<br />

victoriana. Edmund Burke es un nombre de talla muy<br />

distinta. Allí donde figuras como Townsend fracasan sin gran<br />

estruendo, Burke lo hace a lo grande. Su talento transforma el<br />

hecho brutal en tragedia y el sentimentalismo en un halo de<br />

misticismo. «Cuando aparentamos mostrar piedad por esos<br />

pobres, por esas personas que deben trabajar -ya que de otro<br />

modo el mundo no podría subsistir-, nos burlamos de la<br />

condición humana». Vale más esto, sin duda, que la grosera<br />

indiferencia, las lamentaciones vacías o la hipocresía de la<br />

compasiva elevación moral. Pero<br />

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