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La Gran Transformacion – Karl Polanyi.pdf

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lugar, pues finalmente el resultado era muy semejante.<br />

Cuando se trataba de reducir los salarios o los servicios sociales,<br />

si esto no se hacía, las consecuencias eran inevitablemente<br />

fijadas por el mecanismo del mercado. Desde el punto de vista<br />

adoptado en este estudio, el gobierno nacional inglés jugó en<br />

1931 a un nivel más modesto, la misma función que el New<br />

Deal americano. Ambos países se sirvieron de estas medidas<br />

para adaptarse, cada uno por su cuenta, a la gran transformación.<br />

El ejemplo británico presenta, sin embargo, la ventaja<br />

de haber estado desprovisto de factores complejos tales como<br />

conflictos civiles o cambios ideológicos, por lo que nos ofrece<br />

los rasgos claves con mucha más claridad.<br />

En <strong>Gran</strong> Bretaña, desde 1925, la moneda estaba en una<br />

situación poco saneada. <strong>La</strong> vuelta al patrón-oro no se vio<br />

acompañada de un ajuste correspondiente al nivel de precios, el<br />

cual estaba claramente por debajo de la paridad mundial.<br />

Pocos fueron aquellos que se dieron cuenta de la absurda vía en<br />

la que el gobierno y la banca, los partidos y los sindicatos se<br />

habían embarcado de común acuerdo. Snowden, ministro de<br />

Hacienda en el primer gobierno laborista (1924), fue un acérrimo<br />

partidario del patrón-oro, y, sin embargo, fue incapaz de<br />

darse cuenta de que, al intentar restaurar la libra, había comprometido<br />

a su partido a encajar una disminución de los salarios<br />

o a perder el rumbo. Siete años más tarde, este mismo partido<br />

se encontró obligado -por el mismo Snowden- a hacer ambas<br />

cosas. En el otoño de 1931, la sangría continua de la depresión<br />

comenzó a afectar a la libra, y fue en vano que el fracaso de la<br />

huelga general de 1926 hubiese garantizado que no habría una<br />

ulterior elevación del nivel salarial, lo que no fue óbice para<br />

que se elevase el peso económico de los servicios sociales, a<br />

causa concretamente de los subsidios de desempleo concedidos<br />

incondicionalmente. No hacia falta un «golpe de mano» de los<br />

banqueros -golpe de mano que realmente existió- para hacer<br />

comprender claramente al país la alternativa entre, por una<br />

parte una moneda saneada y presupuestos saneados y, por<br />

otra, servicios sociales mejores y una moneda depreciada<br />

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