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La Gran Transformacion – Karl Polanyi.pdf

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Comentarios sobre las fuentes 449<br />

trabajo a bajo precio». Esto implica que los bajos salarios de los trabajadores<br />

agrícolas no suponían necesariamente un trabajo barato, ya que la<br />

ineficacia del trabajador se compensaba con el bajo precio de su trabajo<br />

para el patrón.<br />

Existe, además, otro factor que tendía a que el empresario no apoyase el<br />

sistema de Speenhamland: el riesgo de que los concurrentes pudiesen producir<br />

a un costo salarial mucho más bajo con las ayudas a los salarios. Esta<br />

amenaza no afectaba al agricultor que vendía en un mercado ilimitado,<br />

pero podía trastornar mucho más al propietario de una fábrica urbana. El<br />

Informe de los delegados de la ley de pobres decía que «un manufacturero<br />

de Macclesfield podía encontrarse frente a gentes que vendían a precios<br />

más bajos que los suyos y, en consecuencia, arruinarse por la mala administración<br />

de la ley de pobres en Essex». Para William Cunningham, la importancia<br />

de la Ley de 1834 se basa sobre todo en su efecto «nacionalizador»<br />

sobre la administración de las leyes de pobres, suprimiendo así un serio<br />

obstáculo en el camino del desarrollo de los mercados nacionales.<br />

Una tercera objeción al sistema de Speenhamland debió de tener un peso<br />

todavía mayor que las dos anteriores en los círculos capitalistas: su tendencia<br />

a impedir que «la vasta masa inerte de mano de obra sobrante» se incorporase<br />

al mercado de trabajo urbano (Redford). A finales de los años<br />

1830, existía una fuerte demanda de mano de obra por parte de los manufactureros<br />

urbanos; las trade unions de Doherty iniciaron una agitación a<br />

gran escala; era el comienzo del movimiento oweniano que condujo a las<br />

huelgas y al lock-out más importantes conocidos hasta entonces por Inglaterra.<br />

Desde el punto de vista de los patronos, existían, pues, tres poderosos<br />

argumentos a la larga contra Speenhamland: su efecto nocivo sobre la<br />

productividad del trabajo, su tendencia a crear variaciones en los costes en<br />

las distintas zonas del país y el hecho de entretener en el campo «charcos<br />

estancados de mano de obra» (Webb), contribuyendo así a reforzar el monopolio<br />

al trabajo de los trabajadores de las ciudades. Ninguna de estas condiciones<br />

habría tenido mucho peso para un patrón individual o incluso para<br />

un grupo localizado de patronos que debían de ser sensibles a las ventajas<br />

de un bajo coste salarial, no sólo para obtener beneficios, sino también para<br />

ayudarles a competir con los manufactureros de otras ciudades. Sin embargo<br />

los empresarios, en tanto que clase, comenzaron a ver las cosas bajo otro<br />

ángulo cuando se apercibieron con el tiempo de que lo que era beneficioso<br />

para un patrono o para un grupo de patronos, podía encerrar un peligro<br />

para ellos considerados colectivamente. Y de hecho, fue la extensión, a<br />

comienzos de los años 1830, del sistema de subsidios a las ciudades industriales<br />

del Norte, incluso bajo una forma atenuada, lo que provocó una opinión<br />

generalizada contra Speenhamland y condujo a una reforma a escala<br />

nacional.<br />

Los testimonios indican que existió una política urbana, más o menos<br />

consciente, orientada hacia la formación de un ejército de reserva industrial<br />

en las ciudades, esencialmente para hacer frente a las vivas fluctuaciones de<br />

la actividad económica. No existía, pues, desde este punto de<br />

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