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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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consciencia comprometida en <strong>la</strong> experiencia. «En esta experiencia —dirá <strong>Hegel</strong> un poco<br />

más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte— <strong>la</strong> autoconsciencia apren<strong>de</strong> que <strong>la</strong> vida es tan esencial para el<strong>la</strong> como <strong>la</strong><br />

pura autoconsciencia... En <strong>la</strong> autoconsciencia inmediata (aquel<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> que partimos en<br />

<strong>la</strong> Fenomenología) el yo simple es el objeto absoluto, pero que para nosotros o en sí<br />

(para el filósofo que aprehen<strong>de</strong> esta autoconsciencia inmediata siguiendo <strong>la</strong> génesis<br />

fenomenológica) es <strong>la</strong> absoluta mediación y tiene por momento esencial <strong>la</strong><br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia subsistente (<strong>la</strong> positividad <strong>de</strong>l ser vital).» 356<br />

El combate por el reconocimiento. La lucha por <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> muerte. «La vida —<br />

dice <strong>Hegel</strong>— es <strong>la</strong> posición natural <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia, <strong>la</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia (Selbstandigkeit)<br />

sin <strong>la</strong> absoluta negatividad», 357 es <strong>de</strong>cir, que <strong>la</strong> autoconsciencia, que emerge como una<br />

figura particu<strong>la</strong>r en el seno <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida universal, sólo es en principio una cosa viviente;<br />

pero nosotros sabemos que <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia es el ser para sí en su<br />

pureza, <strong>la</strong> negación <strong>de</strong> toda alteridad. La autoconsciencia en su positividad es una cosa<br />

viva, pero está dirigida precisamente contra esa positividad y como tal <strong>de</strong>be<br />

manifestarse. Hemos visto ya que esta manifestación exige una pluralidad <strong>de</strong><br />

autoconsciencias. En principio, <strong>la</strong> pluralidad está en el elemento vital <strong>de</strong> <strong>la</strong> diferencia.<br />

Cada autoconsciencia sólo ve en <strong>la</strong> otra una figura particu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida y, por<br />

consiguiente, no se conoce realmente en <strong>la</strong> otra; igualmente, para <strong>la</strong> otra es una cosa<br />

viva extraña. De esta forma «cada una tiene c<strong>la</strong>ra certeza <strong>de</strong> sí misma pero no <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

otra». 358 Por ello, su certeza sigue siendo subjetiva, es <strong>de</strong>cir, que no alcanza su verdad.<br />

Para que esta certeza se haga verdad es necesario que también <strong>la</strong> otra se presente como<br />

pura certeza <strong>de</strong> sí. Esos dos yo concretos que se enfrentan <strong>de</strong>ben reconocerse uno a otro<br />

no so<strong>la</strong>mente como cosas vivas; y este reconocimiento no <strong>de</strong>be ser inicialmente un<br />

reconocimiento formal sin más: «El individuo que no ha puesto en juego su vida pue<strong>de</strong><br />

ser reconocido como persona; pero no ha alcanzado <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> este reconocimiento<br />

como reconocimiento <strong>de</strong> una autoconsciencia in<strong>de</strong>pendiente.» 359 Toda <strong>la</strong> vida espiritual<br />

<strong>de</strong>scansa sobre esas experiencias, actualmente superadas por <strong>la</strong> historia humana pero<br />

que siguen siendo su base profunda. Los hombres no tienen, como los animales, el<br />

.<strong>de</strong>seo único <strong>de</strong> perseverar en su ser, <strong>de</strong> ser ahí a <strong>la</strong> manera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas, sino que tienen<br />

el <strong>de</strong>seo imperioso <strong>de</strong> hacerse reconocer como autoconsciencia, elevados por encima <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> vida puramente animal, y esa pasión por hacerse reconocer exige a su vez el reconocimiento<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> otra autoconsciencia. La consciencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida se eleva por encima <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> vida y el i<strong>de</strong>alismo no es so<strong>la</strong>mente una certeza, sino que también se prueba o, mejor<br />

dicho, se comprueba en el riesgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida animal. El que los hombres, según <strong>la</strong><br />

expresión <strong>de</strong> Hobbes, sean «lobos para el hombre» no significa que, como <strong>la</strong>s especies<br />

animales, luchen por su conservación o por <strong>la</strong> extensión <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r. En tanto que<br />

hombres, son diferentes, unos más fuertes y otros más débiles, unos más ingeniosos y<br />

otros menos, pero esas diferencias son inesenciales, son so<strong>la</strong>mente diferencias vitales.<br />

La vocación espiritual <strong>de</strong>l hombre se manifiesta ya en esta lucha contra todos, pues esa<br />

lucha no es so<strong>la</strong>mente una lucha por <strong>la</strong> vida, sino una lucha por ser reconocido, una<br />

lucha por probar a los otros y probarse a sí mismo que se es una autoconsciencia<br />

autónoma, cosa que sólo se pue<strong>de</strong> probar a uno mismo si se lo prueba a los otros y se<br />

obtiene <strong>de</strong> ellos dicha prueba. La lucha contra el otro pue<strong>de</strong> tener múltiples alternativas<br />

que serán evocadas por los historiadores; pero esas alternativas no constituyen los<br />

verda<strong>de</strong>ros motivos <strong>de</strong> un conflicto que esencialmente es un conflicto por el<br />

356<br />

Phénoménologie, I, p. 160 (Fenomenología, p. 117). Lo que está entre paréntesis es un añadido nuestro<br />

para comentar el texto hegeliano.<br />

357<br />

Phénoménologie, I, p. 160 (Fenomenología, p. 116).<br />

358<br />

Phénoménologie, I, p. 158 (Fenomenología, p. 115).<br />

359<br />

Phénoménologie, I, p. 159 (Fenomenología, p. 116).

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