Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel
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no es en sí distinto <strong>de</strong> nosotros; es <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción externa <strong>de</strong> lo que nosotros somos<br />
internamente; es so<strong>la</strong>mente un mundo objetivo para <strong>la</strong> individualidad que se encuentra a<br />
sí misma. «El ser en sí <strong>de</strong> esta realidad efectiva opuesta a <strong>la</strong> consciencia es rebajado<br />
hasta no ser más que apariencia vacía.» 622 Es nuestro mundo que se nos aparece en él, y<br />
so<strong>la</strong>mente nuestro mundo. En el interés que nos tomemos por este o aquel aspecto suyo<br />
nos <strong>de</strong>scubrimos nosotros mismos.<br />
Es cierto que se podría p<strong>la</strong>ntear una objeción contra esta perfecta actualización <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
individualidad preguntándose si el problema <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción no da lugar a un círculo.<br />
¿Cómo pue<strong>de</strong> conocer <strong>la</strong> individualidad su naturaleza originaria antes <strong>de</strong> obrar? En<br />
efecto, sólo sé lo que soy <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber obrado; y, para obrar, es preciso, empero,<br />
que me represente como fin justamente lo que yo soy. Pero ese círculo es<br />
completamente teórico. La operación efectiva le rompe; si es verdad que «el obrar es el<br />
<strong>de</strong>venir <strong>de</strong>l espíritu como consciencia», 623 todos los momentos se penetran unos a otros<br />
y no se pue<strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r propiamente <strong>de</strong> un principio <strong>de</strong> <strong>la</strong> operación. Me hallo siempre<br />
ante una <strong>de</strong>terminada situación, mi situación <strong>de</strong> ser en el mundo que, en el interés que<br />
el<strong>la</strong> tiene para mí, es <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> mi propia naturaleza originaria y me indica lo que<br />
hay que hacer aquí. En cuanto a los medios, vincu<strong>la</strong>n <strong>de</strong> modo inmediato el interés con<br />
<strong>la</strong> situación; son igualmente <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong> mi naturaleza, como talento, disposición,<br />
etc. Finalmente, el medio externo, el medio real, es el tránsito <strong>de</strong> lo interno a lo externo<br />
que conduce a <strong>la</strong> obra, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad se <strong>de</strong>scubre a sí misma como el<strong>la</strong> es en<br />
el elemento <strong>de</strong> <strong>la</strong> exterioridad. Pero con <strong>la</strong> obra se presenta una posibilidad <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sigualdad. En efecto, <strong>la</strong> obra es algo <strong>de</strong>terminado; es una realidad efectiva en el<br />
elemento <strong>de</strong>l ser, y <strong>la</strong> negatividad es, como cualidad, algo que ha <strong>de</strong>venido inherente a<br />
<strong>la</strong> obra misma. Yo he <strong>de</strong>venido para mí mismo un otro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber obrado. Por el<br />
contrario, frente a esta obra particu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> consciencia es negatividad en general —es<br />
so<strong>la</strong>mente el proceso universal <strong>de</strong> <strong>la</strong> operación— y, por eso, <strong>la</strong> consciencia que se aparta<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> obra y <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>, ha pasado a ser <strong>de</strong> nuevo consciencia universal con respecto a<br />
aquél<strong>la</strong>. <strong>Hegel</strong> no introduce todavía <strong>la</strong> mutua re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong>s otras individualida<strong>de</strong>s, pero<br />
es <strong>de</strong>l todo evi<strong>de</strong>nte que «este otro» que yo <strong>de</strong>vengo es mi ser para otro.<br />
Así, pues, es sólo en <strong>la</strong> obra —<strong>la</strong> obra abandonada por <strong>la</strong> operación que <strong>la</strong> lleva al<br />
ser— don<strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza originaria <strong>de</strong>l individuo se expresa en re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong><br />
consciencia, que es <strong>la</strong> consciencia misma <strong>de</strong>l individuo; se expresa como una cualidad<br />
<strong>de</strong>terminada, es <strong>la</strong> obra que con<strong>de</strong>nsa en el<strong>la</strong> toda <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> operación, y<br />
<strong>de</strong>bemos preguntarnos cómo <strong>la</strong> individualidad real en sí y para sí misma va a po<strong>de</strong>r<br />
preservar en el<strong>la</strong> su concepto. Es precisamente al querer preservarlo como llevará a<br />
transformar el concepto y darle toda su significación. En seguida <strong>la</strong> consciencia podrá<br />
comparar su obra con <strong>la</strong> <strong>de</strong> otras individualida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>scubrir así entre <strong>la</strong>s<br />
individualida<strong>de</strong>s diferencias cuantitativas. Una diferencia cualitativa —<strong>la</strong> <strong>de</strong> bien y<br />
mal— no pue<strong>de</strong> tener lugar aquí. En efecto, no vemos qué podría ser —<strong>de</strong> acuerdo con<br />
el concepto <strong>de</strong> que hemos partido— una obra ma<strong>la</strong>. Toda obra, al ser expresión <strong>de</strong> una<br />
individualidad, es algo positivo. La única comparación posible es <strong>la</strong> que tiene un sentido<br />
en el seno mismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad. La naturaleza originaria <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad es<br />
el en sí y <strong>la</strong> medida <strong>de</strong>l juicio a pronunciar sobre <strong>la</strong> obra. Ahora bien, <strong>la</strong> obra es <strong>la</strong><br />
expresión <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad, nada menos, pero tampoco nada más. Por tanto, no hay<br />
<strong>de</strong> qué enorgullecerse, <strong>la</strong>mentarse o arrepentirse. El individuo consigue siempre su fin,<br />
su obra es él mismo. 624<br />
622 Phénoménologie, I, p. 327 (Fenomenología, p. 235).<br />
623 Phénoménologie, I, p. 327 (Fenomenología, p. 235).<br />
624 Phénoménologie, I, p. 330 (Fenomenología, p. 237). «Nada hay para <strong>la</strong> individualidad que no sea por<br />
el<strong>la</strong> misma o, dicho <strong>de</strong> otra forma, no hay realidad efectiva que no sea su naturaleza y su operación, ni