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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> lo absoluto y <strong>la</strong>s diferencias cualitativas <strong>de</strong> <strong>la</strong> manifestación. Por eso era<br />

necesario impulsar <strong>la</strong> «po<strong>la</strong>ridad» hasta <strong>la</strong> contradicción.<br />

Así, pues, en oposición al contenido que permanece inalterado, el movimiento<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> explicación es un puro movimiento, un formalismo. Pero dicho formalismo<br />

contiene ya lo que falta a su objeto—el mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes—, es movimiento en sí<br />

mismo. «Ello no obstante, en él reconocemos justamente aquello cuya ausencia se<br />

hacía sentir en <strong>la</strong> ley, es <strong>de</strong>cir, el cambio absoluto mismo. En efecto, dicho<br />

movimiento, consi<strong>de</strong>rado con más proximidad, es inmediatamente lo contrario <strong>de</strong> sí<br />

mismo.» 288 Pone una diferencia allí don<strong>de</strong> no <strong>la</strong> tiene; i<strong>de</strong>ntifica inmediatamente<br />

<strong>de</strong>spués lo que acaba <strong>de</strong> distinguir. Se trata <strong>de</strong> <strong>la</strong> inestabilidad sin contenido <strong>de</strong> <strong>la</strong> pura<br />

fórmu<strong>la</strong> que pronto pasa a ser lo contrario <strong>de</strong> sí misma. Cuando se dice A es A, se<br />

distingue y se i<strong>de</strong>ntifica. Lo igual se repele <strong>de</strong> sí y lo que así se repele se une.<br />

¿Qué es lo que resulta para el contenido, lo interior, cuando dicho movimiento<br />

es percibido en él —habiéndose suprimido a sí misma <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong>l contenido y <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> forma? El entendimiento hace <strong>la</strong> experiencia, que es <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l fenómeno, a saber,<br />

que vienen al ser diferencias que no son diferencias —«al mismo tiempo hace <strong>la</strong><br />

experiencia <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s diferencias son <strong>de</strong> tal naturaleza que no son en verdad<br />

diferencias y se suprimen». El contenido, captado a través <strong>de</strong>l movimiento primero<br />

formal <strong>de</strong>l entendimiento, se convierte en lo inverso <strong>de</strong> él mismo y, a su vez, <strong>la</strong> forma<br />

pasa a ser rica en contenido. Tenemos el «concepto absoluto» o <strong>la</strong> infinitud. Pero ahora<br />

vamos a <strong>de</strong>tenernos en <strong>la</strong> experiencia que. <strong>Hegel</strong> l<strong>la</strong>ma curiosamente <strong>de</strong>l «mundo<br />

invertido». Justamente porque el primer mundo suprasensible —elevación inmediata <strong>de</strong><br />

lo sensible a lo inteligible— se subvierte o se invierte en sí mismo es por lo que el<br />

movimiento se introduce en él; no es ya so<strong>la</strong>mente una réplica inmediata <strong>de</strong>l fenómeno,<br />

sino que alcanza completamente el fenómeno, que así se mediatiza a sí mismo y se<br />

convierte en manifestación <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia. Compren<strong>de</strong>mos con ello lo que quería <strong>de</strong>cir<br />

<strong>Hegel</strong> al preten<strong>de</strong>r que »o había dos mundos, sino que el mundo inteligente era el<br />

«fenómeno como fenómeno», <strong>la</strong> «manifestación» que, en su <strong>de</strong>venir auténtico, es<br />

so<strong>la</strong>mente manifestación <strong>de</strong> sí por sí misma.<br />

e) Los dos mundos y su unidad dialéctica. La experiencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> inversión <strong>de</strong>l<br />

mundo es más corriente dé lo que uno estaría inclinado a creer en principio. Para<br />

compren<strong>de</strong>r<strong>la</strong>, quizá hay que referirse menos a <strong>la</strong> ciencia o a <strong>la</strong> po<strong>la</strong>ridad schellingiana<br />

que a <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> los evangelios, que continuamente oponen el mundo aparente al<br />

mundo verda<strong>de</strong>ro. En efecto, mientras que en <strong>la</strong> primera transformación <strong>de</strong>l mundo<br />

sensible so<strong>la</strong>mente elevamos <strong>de</strong> forma inmediata ese mundo a <strong>la</strong> esencia elevando a <strong>la</strong><br />

universalidad <strong>la</strong> diferencia incluida en él, pero sin modificar<strong>la</strong> en profundidad, ahora<br />

llegamos a un mundo que es lo inverso <strong>de</strong>l primero. La diferencia entre esencia y<br />

apariencia ha pasado a ser una diferencia absoluta, <strong>de</strong> manera que <strong>de</strong>cimos que <strong>la</strong>s<br />

cosas son en sí lo contrario <strong>de</strong> lo que parecen ser para otro. Tal es el caso a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong><br />

afirmar, <strong>de</strong> acuerdo con el sentido común, que no hay que fiarse <strong>de</strong> <strong>la</strong>s apariencias sino<br />

negar<strong>la</strong>s para <strong>de</strong>scubrir su verda<strong>de</strong>ra esencia. Lo profundo y lo superficial se oponen<br />

como lo interior y lo exterior. «Visto superficialmente, el mundo invertido es lo<br />

contrario <strong>de</strong>l primero, <strong>de</strong> suerte que tiene el citado primer mundo fuera <strong>de</strong> él y lo repele<br />

<strong>de</strong> sí como una realidad efectiva invertida; <strong>de</strong> esta manera uno es el fenómeno y el otro<br />

288 Phénoménologie, I, p. 130 (Fenomenología, p. 96). En otros términos, el movimiento <strong>de</strong> nuestro<br />

pensamiento, que establece <strong>la</strong> ley y <strong>la</strong> explica, en tanto que es tomado en nuestro solo entendimiento, es<br />

formal (es una tautología: distinguimos para po<strong>de</strong>r mostrar a continuación que lo que habíamos<br />

distinguido es lo mismo, pero en tanto que dicho movimiento es consi<strong>de</strong>rado como el <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

cosa misma se convierte en sintético, pues es <strong>la</strong> cosa misma que se opone a sí y se une a sí misma. La<br />

explicación no es ya nuestra explicación, sino que es <strong>la</strong> explicación misma <strong>de</strong>l ser idéntico a sí. En ese<br />

sentido el pensar y el ser sólo son uno.

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