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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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mismo y si entre ambos aparece <strong>la</strong> coseidad es que el sí mismo no es inmediatamente<br />

para el sí mismo, sino que es al mismo tiempo cosa y ser para sí, ser para otro y ser para<br />

sí. 580<br />

La experiencia que ahora <strong>de</strong>scribe <strong>Hegel</strong> en este «individualismo <strong>de</strong>l goce» resulta<br />

fácil <strong>de</strong> seguir. Se trata, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, <strong>de</strong> <strong>la</strong> noción <strong>de</strong> amor sensual, aunque ésta no se<br />

explicite directamente. El p<strong>la</strong>cer —que al mismo tiempo es <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> p<strong>la</strong>cer— que trata<br />

<strong>de</strong> actualizar esta individualidad es, ante todo, el p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong> encontrarse en otra<br />

individualidad. Es el erotismo fáustico que se opondrá más tar<strong>de</strong> a su titanismo, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misma manera que el goce <strong>de</strong> los bellos momentos, que hay que atrapar, se opondrá a <strong>la</strong><br />

exigencia <strong>de</strong> superarse sin tregua. Aquí, <strong>la</strong> superación, el universal, todavía no es para <strong>la</strong><br />

consciencia singu<strong>la</strong>r, que so<strong>la</strong>mente quiere su singu<strong>la</strong>ridad única y preten<strong>de</strong> recoger<strong>la</strong><br />

«como se coge un fruto maduro que se ofrece por sí mismo a <strong>la</strong> mano que lo toma». 581<br />

Como se ve, se trata <strong>de</strong> un hedonismo, sin duda refinado, pero que no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />

hedonismo; y, justamente, <strong>la</strong> superación <strong>de</strong> dicho hedonismo será obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> propia<br />

individualidad, el resultado <strong>de</strong> su propia experiencia. La crítica no tendrá que llegar <strong>de</strong><br />

otra parte, no será obra <strong>de</strong>l filósofo que tendría que intervenir <strong>de</strong> cualquier manera en<br />

esta dialéctica y que avanzar un juicio <strong>de</strong> valor sobre el<strong>la</strong>. Es <strong>la</strong> propia consciencia<br />

singu<strong>la</strong>r —que sólo es para sí en tanto que se ha retirado en sí misma y abandonado <strong>la</strong><br />

universalidad <strong>de</strong>l saber y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s costumbres— quien hará esta dialéctica y <strong>de</strong>scubrirá <strong>la</strong><br />

contradicción entre lo singu<strong>la</strong>r y lo universal. Tal contradicción será para el<strong>la</strong>, pues el<strong>la</strong><br />

es autoconsciencia y no so<strong>la</strong>mente ser ahí vital. En el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida en general, el<br />

momento esencial es el momento <strong>de</strong>l género o <strong>de</strong> <strong>la</strong> generación. La individualidad viva,<br />

que es para sí en tanto que individualidad, sólo se encuentra a sí misma en una<br />

individualidad complementaria, lo que expresa <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> sexos; se conoce, en el<br />

sentido bíblico, en otra y esta otra individualidad es el<strong>la</strong> misma; pero el género, <strong>la</strong> vida<br />

como universal que es explícita en este movimiento, es el «cuento <strong>de</strong> nunca acabar». La<br />

individualidad viviente no se alcanza verda<strong>de</strong>ramente en <strong>la</strong> otra, se hun<strong>de</strong> en el<strong>la</strong>, y una<br />

nueva individualidad surge en el lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> unidad nunca realizada para el<strong>la</strong> misma.<br />

Así se suce<strong>de</strong>n <strong>la</strong>s generaciones: «El crecimiento <strong>de</strong> los hijos es <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> los<br />

padres.»<br />

Aquí volvemos a encontrar el movimiento <strong>de</strong>l género, que es <strong>la</strong> vida misma; y lo<br />

encontramos como universal, pero es para <strong>la</strong> consciencia, mientras que antes no era para<br />

el viviente. Justamente por eso, <strong>la</strong> autoconsciencia en general podrá sobrevivir a su<br />

propia experiencia y, como su verdad, podrá emerger otra figura <strong>de</strong> esta experiencia.<br />

Vamos a consi<strong>de</strong>rar ahora <strong>la</strong> experiencia realizada por <strong>la</strong> individualidad que sólo<br />

busca su goce singu<strong>la</strong>r. «Alcanza su objetivo, pero justamente al alcanzarlo lo hace <strong>la</strong><br />

experiencia <strong>de</strong> lo que es <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> ese mismo objetivo. Se concibe como <strong>la</strong> esencia<br />

singu<strong>la</strong>r que es para sí. Ello no obstante, <strong>la</strong> actualización <strong>de</strong> un objetivo tal constituye a<br />

su vez <strong>la</strong> superación <strong>de</strong> ese objetivo, pues <strong>la</strong> autoconsciencia no se convierte entonces<br />

en objeto <strong>de</strong> si misma como <strong>la</strong> autoconsciencia singu<strong>la</strong>r, sino más bien como <strong>la</strong> unidad<br />

<strong>de</strong> sí misma y <strong>de</strong> otra autoconsciencia. Así, pues, pasa a ser objeto <strong>de</strong> sí misma como<br />

singu<strong>la</strong>r suprimido o como universal.» 582<br />

Este universal al que constantemente envía <strong>la</strong> vida sin actualizarlo nunca es aquí<br />

para el hombre, pero todavía en su forma más pobre y más escuálida, <strong>la</strong> muerte si se<br />

580 El primer objetivo <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad «es <strong>de</strong>venir autoconsciente como esencia singu<strong>la</strong>r en <strong>la</strong> otra<br />

autoconsciencia, consiste en reducir esta otra a sí misma.» La i<strong>de</strong>ntidad se presupone en sí (porque <strong>la</strong><br />

autoconsciencia es razón): lo que hay que superar o trascen<strong>de</strong>r es <strong>la</strong> presentación inmediata <strong>de</strong> <strong>la</strong> otra para<br />

mí, su ser para otro (Phénoménologie, I, p. 297).<br />

581 Phénoménologie, I, p. 298 (Fenomenología, p. 214).<br />

582 Phénoménologie, I, p. 299 (Fenomenología, p. 215).

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