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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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semejante como el objeto real <strong>de</strong> nuestra voluntad.» 1021<br />

Pero ahora el <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento se erige como método; se ha convertido en el<br />

progreso infinito, que es un perpetuo <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuestión. ¿Qué ocurriría si <strong>la</strong><br />

voluntad, como voluntad sensible, llegara a estar en conformidad con <strong>la</strong> moralidad? En<br />

otras pa<strong>la</strong>bras: ¿qué ocurriría si el problema quedara resuelto? «La moralidad<br />

renunciaría a sí misma; en efecto, <strong>la</strong> moralidad es consciencia <strong>de</strong>l fin absoluto como fin<br />

puro y, por tanto, como lo que se opone a todos los <strong>de</strong>más fines.» 1022 Sin esta oposición,<br />

sin esta mediación, no hay moralidad. Por eso, justamente, <strong>la</strong> solución <strong>de</strong>l problema se<br />

<strong>de</strong>mora in<strong>de</strong>finidamente; se hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> una tarea infinita, es <strong>de</strong>cir, que siempre <strong>de</strong>be<br />

seguir siendo tarea. Sin embargo, en este caso se <strong>de</strong>ben hacer progresos en <strong>la</strong> moralidad,<br />

acercarse a un fin que no será alcanzado nunca, como una asíntota respecto <strong>de</strong> su curva.<br />

Pero eso es, si no un espejismo, sí al menos un nuevo <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuestión, ya<br />

que crecer y <strong>de</strong>crecer no tienen significado alguno en el campo <strong>de</strong>l puro <strong>de</strong>ber. Y si a<br />

toda costa se quiere tomar una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas nombradas, habría que hab<strong>la</strong>r, con toda<br />

seguridad, <strong>de</strong> <strong>de</strong>crecimiento, ya que no íbamos a acercarnos a una situación en <strong>la</strong> cual,<br />

una vez terminada <strong>la</strong> lucha, no habría <strong>de</strong>ber como tal. En realidad «so<strong>la</strong>mente hay un<br />

puro <strong>de</strong>ber, so<strong>la</strong>mente una moralidad», 1023 y no varios niveles, lo cual abriría el camino<br />

a <strong>la</strong> «indulgencia <strong>de</strong> los casuistas o a <strong>la</strong> <strong>de</strong>mente presunción <strong>de</strong> los entusiastas». Pero<br />

hemos dicho «en realidad». Pues bien, en realidad, hay una voluntad sensible que<br />

todavía no está en conformidad con el puro <strong>de</strong>ber y, por consiguiente, no hay, en<br />

realidad, consciencia moral efectiva como presuponía <strong>la</strong> tesis <strong>de</strong> que hemos partido.<br />

Como, para ser, <strong>la</strong> moralidad <strong>de</strong>be ser perfecta, no hay ninguna autoconsciencia moral,<br />

sino consciencias morales imperfectas que <strong>de</strong>ben ser conscientes <strong>de</strong> su imperfección. La<br />

moralidad se transforma ahora en su contrario. En efecto, volvemos al primer<br />

postu<strong>la</strong>do que rec<strong>la</strong>maba <strong>la</strong> felicidad para los justos: el <strong>de</strong>ber nos hace dignos <strong>de</strong> ser<br />

felices; pero, como no hay justos, esta exigencia <strong>de</strong> felicidad es por el<strong>la</strong> misma en sí y<br />

para sí. «La no moralidad enuncia en esto justamente lo que el<strong>la</strong> es: no es <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

moralidad <strong>de</strong> lo que se ocupa, sino <strong>de</strong> <strong>la</strong> felicidad en sí y para sí que no tiene re<strong>la</strong>ción<br />

con <strong>la</strong> moralidad.» 1024 Ello no obstante, nos quejamos <strong>de</strong> <strong>la</strong> injusticia <strong>de</strong> <strong>la</strong> suerte,<br />

comprobamos que en <strong>la</strong> realidad el hombre justo es <strong>de</strong>sgraciado y el injusto es feliz.<br />

«Yo esperaba <strong>la</strong> felicidad y ha llegado <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia. Yo aspiraba a <strong>la</strong> luz y<br />

han llegado <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s, Cuando hay una <strong>de</strong>sgracia no le toca al malvado,<br />

El día <strong>de</strong> <strong>la</strong> cólera se escapa. ¿Quién le echa en cara su conducta? ¿Quién le<br />

permite hacer lo que hace?» 1025<br />

Pero esta rec<strong>la</strong>mación no tiene fundamento, porque no hay puros; o, mejor dicho, este<br />

fundamento es arbitrario, son sentimientos que el hombre disimu<strong>la</strong> en el fondo <strong>de</strong> sí<br />

mismo. El hombre es envidioso, sufre ante <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong> los otros, tiene celos <strong>de</strong> su<br />

éxito. «El sentido <strong>de</strong> este juicio es, por tanto, <strong>la</strong> envidia que se cubre con el manto <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

moralidad.» 1026 La exigencia <strong>de</strong> felicidad para los <strong>de</strong>más tiene el mismo arbitrario<br />

fundamento; expresa <strong>la</strong> buena amistad que les profesamos y <strong>de</strong>sea ese favor contingente.<br />

Para salvar esta concepción moral <strong>de</strong>l mundo, que se ha enredado en <strong>la</strong> contradicción<br />

1021 KANT, Crítica <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón práctica, op. cit., p. 131.<br />

1022 Phénoménologie, II, p. 162 (Fenomenología, p. 364).<br />

1023 Phénoménologie. II, p. 162 (Fenomenología, p. 364).<br />

1024 Phénoménologie, II, p. 163 (Fenomenología, p. 364).<br />

1025 Según el Libro <strong>de</strong> Job.<br />

1026 Phénoménologie, II, p. 163 (Fenomenología, p. 365).

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