Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel
Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel
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so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> perfecta compenetración entre <strong>la</strong> autoconsciencia y <strong>la</strong> sustancia, una<br />
compenetración en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> autoconsciencia, que ha sufrido contra el<strong>la</strong> <strong>la</strong> fuerza<br />
negativa <strong>de</strong> su esencia universal, querría saberse y encontrarse no como este particu<strong>la</strong>r,<br />
sino sólo como universal, y podría soportar así <strong>la</strong> efectividad objetiva <strong>de</strong>l espíritu<br />
universal, <strong>la</strong> cual lo excluye como particu<strong>la</strong>r.» 979 La hipótesis aquí presentada, y que no<br />
fue mantenida en absoluto por <strong>Hegel</strong>, sería <strong>la</strong> <strong>de</strong> una filosofía cíclica <strong>de</strong> <strong>la</strong> .historia con<br />
tres momentos en cada ciclo: el espíritu inmediato, <strong>la</strong> cultura o el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> separación<br />
y <strong>de</strong> <strong>la</strong> mediación, <strong>la</strong> libertad absoluta o <strong>la</strong> revolución contra <strong>la</strong> alienación <strong>de</strong>l<br />
espíritu. El tercer momento volvería a llevar al primero, sólo que rejuveneciendo <strong>la</strong><br />
sustancia espiritual. En este sentido <strong>la</strong>s revoluciones o <strong>la</strong>s guerras, <strong>la</strong> dictadura <strong>de</strong><br />
Robespierre o <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Napoleón, tendrían como efecto <strong>la</strong> recreación <strong>de</strong> <strong>la</strong> sustancia<br />
social, disciplinar <strong>de</strong> nuevo <strong>la</strong>s consciencias individuales asignándoles esferas nuevas.<br />
El nuevo mundo <strong>de</strong>l espíritu que surgiría <strong>de</strong> esta revolución no iba a ser absolutamente<br />
igual al primero. Las divisiones sociales no serían idénticas. Por <strong>la</strong>s diversas filosofías<br />
<strong>de</strong>l espíritu que <strong>Hegel</strong> fue e<strong>la</strong>borando <strong>de</strong>s <strong>de</strong> 1802 hasta 1807 sabemos que nuestro<br />
filósofo, bajo <strong>la</strong> influencia ele Napoleón, se vio llevado a consi<strong>de</strong>rar <strong>de</strong> otro modo los<br />
ór<strong>de</strong>nes sociales. <strong>Hegel</strong> sustituyó el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> un Estado aristocrático por un nuevo<br />
mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> Estado. Ahora distingue, en <strong>la</strong> burguesía, entre una pequeña burguesía y una<br />
gran burguesía que tiene el sentido <strong>de</strong> lo universal; finalmente, vincu<strong>la</strong> <strong>la</strong> opinión<br />
pública a un cuerpo <strong>de</strong> funcionarios responsables, nueva aristocracia cercana a los<br />
sabios. Napoleón dio a <strong>Hegel</strong> el sentimiento <strong>de</strong>l Estado mo<strong>de</strong>rno tal como Prusia iba a<br />
intentar constituirlo poco <strong>de</strong>spués; y precisamente ese Estado rejuvenecido es el que<br />
sustituye en su espíritu al Estado aristocrático <strong>de</strong> antaño aunque el espíritu objetivo que<br />
nace nuevamente <strong>de</strong> una revolución no es <strong>de</strong>l todo idéntico al espíritu objetivo<br />
prece<strong>de</strong>nte, el principio sigue siendo el mismo. Hay que volver a un espíritu objetivo, a<br />
una voluntad general que renuncia a sí misma haciéndose objeto, sustancia en el<br />
elemento <strong>de</strong>l ser; y a partir <strong>de</strong> entonces <strong>de</strong>be repetirse el mismo movimiento <strong>de</strong><br />
alienación y luego <strong>de</strong> rebelión contra <strong>la</strong> alienación. Lo que cada revolución intentará<br />
superar es <strong>la</strong> oposición entre <strong>la</strong> sustancia y <strong>la</strong> autoconsciencia, pero como no podrá<br />
conseguirlo, <strong>la</strong> revolución ha <strong>de</strong> limitarse, lo mismo que <strong>la</strong> guerra, a rejuvenecer <strong>la</strong> vida<br />
social y a refundir<strong>la</strong> en una nueva restauración. De ciclo en ciclo <strong>la</strong> compenetración <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> sustancia y <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia se iría haciendo más íntima. En el límite <strong>la</strong><br />
autoconsciencia podría saberse y encontrarse en <strong>la</strong> efectividad <strong>de</strong>l espíritu universal que,<br />
sin embargo, <strong>la</strong> excluye en tanto que autoconsciencia singu<strong>la</strong>r. Pues bien, <strong>de</strong>cíamos que<br />
esta hipótesis, <strong>de</strong>masiado favorable al espíritu objetivo, no es <strong>la</strong> <strong>de</strong>fendida por <strong>Hegel</strong>. El<br />
espíritu no es sólo espíritu objetivo, sino que es también espíritu subjetivo, espíritu<br />
cierto <strong>de</strong> sí mismo y creador <strong>de</strong> su propia historia. Y ahora hay que consi<strong>de</strong>rarle<br />
justamente como espíritu subjetivo, pues «lo absoluto no es so<strong>la</strong>mente sustancia, sino<br />
también sujeto». Lo que sirve <strong>de</strong> puente entre el espíritu sustancial, el espíritu objetivo,<br />
y el espíritu creador, el espíritu cierto <strong>de</strong> él mismo —un espíritu que es el saber <strong>de</strong> sí—<br />
resulta ser <strong>la</strong> «libertad absoluta». A su vez, el espíritu creador <strong>de</strong>berá reconciliarse con<br />
lo universal, pero esta reconciliación conducirá a una nueva experiencia, <strong>la</strong> <strong>de</strong>l espíritu<br />
absoluto o <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión. Como hemos dicho ya al principio <strong>de</strong> este capítulo, el<br />
pensamiento <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> es muy ambiguo. Pero lo expuesto nos parece que correspon<strong>de</strong> al<br />
espíritu que le anima en <strong>la</strong> Fenomenología. Des<strong>de</strong> luego, no se trata, como cree<br />
Rosenzweig, <strong>de</strong> abandonar <strong>la</strong> filosofía <strong>de</strong>l Estado —manifestación <strong>de</strong> lo divino en el<br />
inundo— propia <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Fenomenología y que seguirá siendo <strong>la</strong> suya<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> Fenomenología; o al menos, no se trata tanto <strong>de</strong> eso como <strong>de</strong> mostrar que<br />
el espíritu objetivo, el espíritu sustancial, <strong>de</strong>be interiorizarse, elevarse a <strong>la</strong> certeza<br />
979 Phénoménologie, II, p. 138 (Fenomenología, p. 349).