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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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como, por otra parte, dicha in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia es contraria a <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza, eso<br />

quiere <strong>de</strong>cir igualmente que se suprimen como in<strong>de</strong>pendientes y vuelven a <strong>la</strong> unidad<br />

<strong>de</strong>l concepto o <strong>de</strong> lo universal incondicionado que es el objeto permanente <strong>de</strong>l<br />

entendimiento a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> toda esta dialéctica. El concepto así alcanzado no es ya,<br />

empero, el concepto inmediato <strong>de</strong>l que habíamos partido; es «<strong>de</strong>terminado como lo<br />

negativo <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza que tiene una objetividad sensible, es <strong>la</strong> fuerza tal como ésta es en<br />

su verda<strong>de</strong>ra esencia, es <strong>de</strong>cir, tal como es so<strong>la</strong>mente en cuanto que objeto <strong>de</strong>l<br />

entendimiento. El primer universal sería <strong>la</strong> fuerza repelida hacia sí misma o <strong>la</strong> fuerza<br />

como sustancia, pero el segundo es lo interior <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas como interior, que es<br />

idéntico al concepto como concepto». 260<br />

La experiencia que aquí hace <strong>la</strong> consciencia es particu<strong>la</strong>rmente notable:<br />

realizando <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong>scubre que «esta realidad es al mismo tiempo <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

realidad». 261 En el mundo sensible <strong>la</strong> fuerza se opone primero a otro, sin el cual no<br />

parece que el<strong>la</strong> pueda existir, <strong>de</strong>spués eso otro aparece como otra fuerza y lo que<br />

entonces se pone es <strong>la</strong> dualidad <strong>de</strong> fuerzas, como ya habían seña<strong>la</strong>do Boscovitch y<br />

Kant. Pero estas dos fuerzas, a su vez, solo son in<strong>de</strong>pendientes en apariencia. Se<br />

suponen recíprocamente. «A toda atracción correspon<strong>de</strong> una repulsión, sin lo cual <strong>la</strong><br />

materia <strong>de</strong> todo el universo se coagu<strong>la</strong>ría en un punto <strong>de</strong>l universo.» Así, pues, cada<br />

fuerza ha <strong>de</strong> presuponer otra fuerza y está presupuesta por el<strong>la</strong>. El juego <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas<br />

(Spiel <strong>de</strong>r Kräfte), que más tar<strong>de</strong> volveremos a encontrar como re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

autoconsciencias, es, por tanto, una re<strong>la</strong>ción recíproca tal que lo que subsiste en el<br />

intercambio perpetuo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>terminaciones es únicamente el pensamiento <strong>de</strong> ese<br />

juego, el concepto <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad fenoménica o el interior <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas. La fuerza se ha<br />

convertido en lo que era ya para nosotros: el pensamiento <strong>de</strong>l mundo fenoménico que<br />

como juego <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas, no es sino un intercambio incesante <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminaciones, una<br />

inestabilidad perpetua que tiene su unidad y su consistencia en el solo pensamiento.<br />

La realización <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza se expresa en tres dialécticas que <strong>Hegel</strong> distingue<br />

sutilmente: 1. La fuerza y lo otro. 2. Las dos fuerzas in<strong>de</strong>pendientes. 3. La acción<br />

recíproca <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas, el juego <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas propiamente dicho. En un principio, <strong>la</strong><br />

fuerza es puesta como su expansión infinita en el médium <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diferencias; pero para<br />

po<strong>de</strong>r existir como fuerza repelida hacia sí misma, reflejada en sí misma, es necesario<br />

que otro se le acerque y <strong>la</strong> incite a replegarse en sí misma. En este sentido, el yo <strong>de</strong><br />

Fichte sólo se hace reflexivo por medio <strong>de</strong> un choque (Antoss) que le aparece como<br />

extraño. Así, también, si <strong>la</strong> fuerza está ya puesta como replegada en sí, como pura<br />

posibilidad, para que pueda existir como exterioridad es preciso que sea solicitada,<br />

inducida, por otro. La comparación <strong>de</strong> ese doble papel <strong>de</strong> lo otro conduce a <strong>de</strong>finir lo<br />

otro precisamente como una fuerza. Lo que se pone entonces no es <strong>la</strong> fuerza y algo<br />

distinto a <strong>la</strong> fuerza, sino dos fuerzas reales que operan una sobre otra: «Así, pues, en<br />

general <strong>la</strong> fuerza no sale <strong>de</strong> su concepto por el hecho <strong>de</strong> que otro es para el<strong>la</strong> y <strong>de</strong> que<br />

el<strong>la</strong> es para otro, sino que hay dos fuerzas presentes al mismo tiempo. El concepto <strong>de</strong><br />

ambas es, ciertamente, el mismo, pero el concepto ha salido <strong>de</strong> su unidad para pasar a<br />

<strong>la</strong> dualidad.» 262 Toda esta dialéctica que concierne al ser <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas para <strong>la</strong> consciencia<br />

prefigura una dialéctica espiritual que se nos aparece con mayor profundidad en el<br />

mundo <strong>de</strong>l espíritu que en <strong>la</strong> Naturaleza. Aquí <strong>la</strong> sutileza <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> nos parece un poco<br />

vana, un tanto forzada. Lo esencial es enten<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong> toda esta argumentación,<br />

que nos lleva a ser en <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> lo real <strong>la</strong> dialéctica misma <strong>de</strong> <strong>la</strong> inteligencia. «El<br />

espíritu <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza es un espíritu oculto; no aparece con <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> espíritu y<br />

260 Phénoménologie, I, p, 118 (Fenomenología, p. 88).<br />

261 Phénoménologie, I, p, 118 (Fenomenología, p. 88).<br />

262 Phénoménologie, I, p. 115 (Fenomenología, p. 86).

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