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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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II. La observación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza<br />

La razón —<strong>la</strong> certeza que <strong>la</strong> consciencia tiene en el sentido <strong>de</strong> ser toda realidad— no<br />

es, como el i<strong>de</strong>alismo, una afirmación filosófica que sigue siendo gratuita y formal en<br />

<strong>la</strong> medida en que no da lo que promete. Sabe limitarse a no ser más que una certeza y,<br />

por tanto, se encarga <strong>de</strong> conferirse a sí misma <strong>la</strong> verdad poniendo manos a <strong>la</strong> obra para<br />

conseguir un saber acerca <strong>de</strong>l mundo; no se queda en el puro yo, es <strong>de</strong>cir, en <strong>la</strong><br />

abstracción <strong>de</strong> Fichte: «La razón sospecha que el<strong>la</strong> es una esencia más profunda <strong>de</strong> lo<br />

que el puro yo es, y <strong>de</strong>be exigir que <strong>la</strong> diferencia, el ser multiforme, <strong>de</strong>venga para el yo<br />

lo que es suyo.» 474 Justamente por eso, el capítulo que <strong>Hegel</strong> <strong>de</strong>dica a <strong>la</strong> razón en <strong>la</strong><br />

Fenomenología correspon<strong>de</strong> al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciencias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Renacimiento hasta<br />

su época. De lo que aquí se trata es <strong>de</strong> un saber que preten<strong>de</strong> tener su origen en <strong>la</strong><br />

experiencia pero que, en realidad, <strong>de</strong>smiente dicha pretensión por <strong>la</strong> manera como<br />

establece y busca su verdad. No está interesado por lo sensible como tal, sino por el<br />

concepto en lo sensible. La razón no permanece pasiva ante una realidad, interroga a <strong>la</strong><br />

experiencia, p<strong>la</strong>ntea problemas a <strong>la</strong> Naturaleza y así llega a <strong>de</strong>scubrir en dicha<br />

experiencia un concepto que no es sino <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón misma en el seno <strong>de</strong><br />

este contenido. La razón se <strong>de</strong>scubre a sí misma en ese mundo que se ofrece a el<strong>la</strong>. El<br />

saber acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia es un saber sobre sí misma. De esta manera volvemos a<br />

encontrar <strong>la</strong> tesis que el i<strong>de</strong>alismo expresaba gratuitamente con <strong>la</strong> forma <strong>de</strong>l yo = yo o<br />

con <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> Schelling. Las ciencias empíricas, que <strong>Hegel</strong> no<br />

<strong>de</strong>sprecia «porque no hay nada que no esté en <strong>la</strong> experiencia» 475 y porque el a priori se<br />

reve<strong>la</strong> necesariamente en el a posteriori, conducen, al fin, a una filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Naturaleza que es un primer espejo <strong>de</strong>l yo. En opinión <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong>, no hay solución <strong>de</strong><br />

continuidad entre una ciencia <strong>de</strong>l mundo y una filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza como <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

Schelling. El único problema que se p<strong>la</strong>ntea es el <strong>de</strong> saber si esta filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Naturaleza pue<strong>de</strong> satisfacer plenamente al yo, es <strong>de</strong>cir, si el yo se encuentra a sí mismo<br />

<strong>de</strong> forma absoluta en dicha Naturaleza o si hay en el<strong>la</strong> una parte contingente<br />

irreductible en <strong>la</strong> cual el concepto sólo se esboza sin presentarse efectivamente. En este<br />

caso, <strong>la</strong> razón <strong>de</strong>bería regresar <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza a sí misma, observar el yo, en vez <strong>de</strong><br />

observar el mundo; o incluso observar <strong>la</strong> individualidad humana en sus re<strong>la</strong>ciones con<br />

el mundo y, más precisamente, con lo que índica su presencia en el mundo —el cuerpo.<br />

La Fenomenología <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> es una Fenomenología <strong>de</strong>l espíritu. La Naturaleza no es el<br />

concepto, es sólo su pasado, y <strong>la</strong> razón no podrá satisfacerse a sí misma realmente en <strong>la</strong><br />

observación <strong>de</strong> dicha Naturaleza. Más aún: no podrá captar el propio yo observándolo,<br />

pues <strong>la</strong> observación fija el concepto en el ser y el concepto no es ser sino <strong>de</strong>venir,<br />

posición <strong>de</strong> sí por sí mismo. Por eso, aunque <strong>la</strong> filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza —y, <strong>de</strong> un<br />

modo más general, todas <strong>la</strong>s ciencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza— <strong>de</strong>be tener un. puesto en esa<br />

fenomenología en que <strong>la</strong> consciencia apren<strong>de</strong> a encontrarse y a volverse a encontrar<br />

como espíritu, dicho puesto no pue<strong>de</strong> ser prepon<strong>de</strong>rante como creyó Schelling y,<br />

probablemente, el propio <strong>Hegel</strong> durante el período <strong>de</strong> Jena. La razón teórica <strong>de</strong>jará<br />

paso a una razón práctica en <strong>la</strong> cual el yo se ponga en vez <strong>de</strong> encontrarse, se haga en<br />

lugar <strong>de</strong> ser observado. Por su parte, <strong>la</strong> razón práctica, que insiste sobre el aspecto <strong>de</strong>l<br />

para sí en <strong>la</strong> unidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> categoría en vez <strong>de</strong> insistir sobre el aspecto <strong>de</strong>l en sí, se<br />

mostrará <strong>de</strong>masiado exclusiva, por lo que nos veremos llevados a una nueva síntesis, a<br />

una razón teórica y práctica a <strong>la</strong> vez, objetiva y subjetiva que, consciente ya <strong>de</strong> sí<br />

misma, convertida en su propio mundo finalmente, será el espíritu.<br />

474 Phénoménologie, I, p. 205 (Fenomenología, p. 149).<br />

475 Phénoménologie, II, p. 305.

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