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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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Estudiaremos más particu<strong>la</strong>rmente el paso <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia a <strong>la</strong> autoconsciencia en<br />

el capítulo <strong>de</strong>dicado al entendimiento; 147 pero lo importante ahora es seña<strong>la</strong>r que <strong>la</strong><br />

autoconsciencia —el momento opuesto a <strong>la</strong> consciencia— no se conoce a sí misma<br />

como resultado <strong>de</strong>l movimiento anterior; se presenta bajo una forma concreta, como si<br />

hubiera olvidado el tránsito <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia a <strong>la</strong> autoconsciencia. Cuando se<br />

<strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>n todos los momentos <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia, siguiendo el itinerario<br />

fenómenológico, se llega al punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>alismo transcen<strong>de</strong>ntal, a <strong>la</strong> perspectiva<br />

<strong>de</strong> que parte Fichte en su Doctrina <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia.<br />

Creemos conocer un objeto fuera <strong>de</strong> nosotros (certeza), pero sólo nos conocemos a<br />

nosotros mismos (verdad <strong>de</strong> esta certeza). El realismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia ingenua<br />

conduce al i<strong>de</strong>alismo transcen<strong>de</strong>ntal. <strong>Hegel</strong> escribe en forma metafórica: «Queda c<strong>la</strong>ro<br />

entonces que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l telón que <strong>de</strong>be ocultar el interior (<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas) no hay nada que<br />

ver, a menos que nosotros mismos penetremos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, tanto para ver como para<br />

que allí haya algo que pueda ser visto»; 148 o como se ha dicho: «El interior <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas<br />

es una construcción <strong>de</strong>l espíritu. Si intentarnos levantar el velo que oculta lo real, no<br />

encontraremos allí más que a nosotros mismos, <strong>la</strong> actividad universalizadora <strong>de</strong>l espíritu<br />

que l<strong>la</strong>mamos entendimiento.» 149 Igualmente <strong>la</strong> ciencia empírica cree ocuparse <strong>de</strong><br />

fuerzas reales, electricidad, atracción, etc., pero en realidad se ocupa <strong>de</strong> sí misma, se<br />

<strong>de</strong>scubre a sí misma. El saber <strong>de</strong>l mundo es un saberse. El yo se ha tomado a sí mismo<br />

como objeto <strong>de</strong>jando atrás al otro.<br />

Pero esta autocerteza —<strong>la</strong> autoconsciencia en el sentido restringido <strong>de</strong>l término— es<br />

nuevamente una abstracción, con<strong>de</strong>nsa en sí, con una forma concreta, <strong>la</strong> dialéctica<br />

anterior que ignora. El objeto está allí <strong>de</strong><strong>la</strong>nte mío, no lo contemplo, lo tomo y lo<br />

asimilo. La originalidad <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> radica en consi<strong>de</strong>rar esta autoconsciencia como un<br />

segundo momento opuesto a <strong>la</strong> consciencia y seguir <strong>la</strong> dialéctica original. La<br />

consciencia no se experimenta como el yo en <strong>la</strong> reflexión <strong>de</strong>l pensamiento científico,<br />

sino en sus impulsiones y en sus actualizaciones, en el movimiento <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos. La<br />

consciencia apuntaba hacia el otro, <strong>la</strong> autoconsciencia se dirige hacia sí misma a través<br />

<strong>de</strong> lo otro, es <strong>de</strong>seo. No pue<strong>de</strong> ser un yo más que oponiéndose a otro yo y encontrándose<br />

en él; precisamente bajo esa forma todavía elemental se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong> como<br />

autoconsciencia en <strong>la</strong>s tres re<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida social primitiva (lucha por el<br />

reconocimiento, dominación y esc<strong>la</strong>vitud). Con una forma más elevada, <strong>la</strong><br />

autoconsciencia pasa a ser <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong> su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y <strong>de</strong> su libertad; pero<br />

como consciencia estoica <strong>de</strong>be experimentar <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> ésta certeza en el escepticismo<br />

y <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada.<br />

Cuál iba a ser el sentido inmediato <strong>de</strong> estas últimas dialécticas: sino que <strong>la</strong><br />

autoconsciencia consi<strong>de</strong>rada abstractamente, como certeza, tiene por verdad aquello que<br />

el<strong>la</strong> misma <strong>la</strong> niega. Por eso <strong>la</strong> consciencia, que es consciencia <strong>de</strong> lo otro, vuelve a ser<br />

introducida en cierto sentido. La consciencia <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>da para sí misma nos conducía a<br />

<strong>la</strong> autoconsciencia, <strong>la</strong> autoconsciencia <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>da igualmente para sí misma nos hace<br />

regresar a <strong>la</strong> consciencia. En el primer caso <strong>la</strong> consciencia es en sí misma abstracta, universal,<br />

su contenido es lo único concreto, pero este contenido es para el<strong>la</strong> «lo otro». En<br />

el segundo caso se ha hecho concreta, es para sí misma el contenido, pero se hal<strong>la</strong><br />

limitada en <strong>la</strong> individualidad, en el yo que aspira a <strong>la</strong> libertad sin alcanzar<strong>la</strong><br />

verda<strong>de</strong>ramente. El mundo, el universo, sigue siendo externo para el<strong>la</strong>. Es únicamente<br />

en <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> lo inmutable, en <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada, cuando se realiza <strong>la</strong> unidad<br />

147 II parte, cap. 3: «El entendimiento».<br />

148 Phénoménologie, I. pp. 140-141 (Fenomenología, p. 104).<br />

149 Ch. ANDLER, «Revue <strong>de</strong> Métaphysique et <strong>de</strong> Morale», número especial <strong>de</strong>dicado a <strong>Hegel</strong> julio-<br />

septiembre <strong>de</strong> 1931. p. 317.

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