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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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dualidad no refleja pasivamente el mundo, lo transforma, como hizo Napoleón, por<br />

ejemplo. Explicar al gran hombre, como más tar<strong>de</strong> hará Taine, a partir <strong>de</strong>l medio<br />

ambiente es tanto como no dar explicación alguna, puesto que los dos momentos que<br />

distingue <strong>la</strong> observación están estrechamente unidos. En efecto, el mundo que opera<br />

sobre una individualidad <strong>de</strong>terminada no es e1 mundo en sí, sino el mundo tal como es<br />

para esa misma individualidad, es <strong>de</strong>cir, que <strong>de</strong> hecho el mundo que obra sobre nosotros<br />

es ya «nuestro mundo». Le vemos a través <strong>de</strong> nosotros mismos. Pero en ese caso<br />

uno sólo pue<strong>de</strong> conocer el mundo <strong>de</strong>l individuo partiendo <strong>de</strong>l individuo mismo. Una<br />

influencia sólo se <strong>de</strong>limita por el conocimiento <strong>de</strong> aquel que sufre dicha influencia y <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>termina experimentándo<strong>la</strong>. Para obrar sobre un individuo el mundo <strong>de</strong>be estar ya<br />

particu<strong>la</strong>rizado y presentarse como mundo-<strong>de</strong>-este-individuo. El mundo <strong>de</strong>l individuo<br />

únicamente pue<strong>de</strong> ser concebido a partir <strong>de</strong>l individuo mismo. «No hay un ser en sí<br />

que pueda ser distinguido <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción <strong>de</strong>l individuo. El individuo es lo que es su<br />

mundo y este mundo es lo que hace el individuo.» Por ello, «<strong>la</strong> necesidad psicológica<br />

se convierte en una frase tan vacía que resulta absolutamente posible que quien <strong>de</strong>bió<br />

haber sufrido esta influencia también pudo no haber<strong>la</strong> sufrido». 541 La unidad <strong>de</strong> los dos<br />

términos, <strong>de</strong>l mundo espiritual y <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad, es lo que hay que captar, en vez<br />

<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el ser en sí y el ser para sí separadamente. Por tanto, <strong>la</strong> razón se ve obligada<br />

no va a observar <strong>la</strong> individualidad como reflejo <strong>de</strong>l mundo ambiente<br />

supuestamente dado, sino como un todo concreto en sí misma. ¿Cómo observar <strong>la</strong><br />

individualidad humana en su orginalidad y al mismo tiempo su universalidad? Este<br />

problema va a ser dilucidado ampliamente por <strong>Hegel</strong> a propósito <strong>de</strong> <strong>la</strong> fisiognómica y<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> frenología.<br />

Fisiognómica y frenología. Uno pue<strong>de</strong> extrañarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> amplitud <strong>de</strong>l capítulo que<br />

<strong>Hegel</strong> <strong>de</strong>dica a estas pseudociencias —fisiognómica y frenología—, pero <strong>de</strong>be tenerse<br />

en cuenta <strong>la</strong> importancia que sus contemporáneos concedían a los trabajos <strong>de</strong> Lavater y<br />

<strong>de</strong> Gall. El primero había publicado en Leipzig, en 1875, sus Fragmentos<br />

fisiognómicos, que ya fueron criticados por Lichtenberg. El segundo todavía TÍO había<br />

escrito nada cuando <strong>Hegel</strong> redactaba <strong>la</strong> Fenomenología, pero ya se había dado a<br />

conocer y difundido su doctrina, yendo <strong>de</strong> ciudad en ciudad, e incluso había llegado a<br />

provocar algún que otro escándalo. Algunos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong>, Augusto Comte<br />

adoptará sin <strong>de</strong>masiado espíritu crítico, <strong>la</strong>s principales tesis <strong>de</strong> Gall. En cambio, el<br />

propio <strong>Hegel</strong> se <strong>la</strong>nzó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1807 a una aguda crítica, pru<strong>de</strong>nte aunque un tanto<br />

pesada, en nuestra opinión. Debe seña<strong>la</strong>rse igualmente que el problema p<strong>la</strong>nteado es<br />

más general <strong>de</strong> lo que pudiera creerse en un principio. En efecto, se trata <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones entre <strong>la</strong> individualidad espiritual y su expresión más inmediata, el cuerpo.<br />

Muchas observaciones <strong>de</strong> este capítulo p<strong>la</strong>ntean <strong>de</strong> una manera original el problema <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones «entre alma y cuerpo». De ahí su interés. En cualquier caso, lo cierto es<br />

que ahora <strong>la</strong> observación no se ejerce sobre <strong>la</strong> Naturaleza en general o <strong>la</strong> vida, sino<br />

sobre el hombre individual, el sí mismo, y trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong>l<br />

conocimiento objetivo <strong>de</strong> esta individualidad. La <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad<br />

por el medio ambiente en general, por el medio físico o, principalmente, por el medio<br />

espiritual se ha reve<strong>la</strong>do imposible. Ello no obstante, era esta querel<strong>la</strong> entre individuo y<br />

su medio lo que estaba en <strong>la</strong> base <strong>de</strong> «<strong>la</strong> ley <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad». Con todo, lo<br />

importante no era tanto ese medio como <strong>la</strong> originaria disposición <strong>de</strong>1 individuo para<br />

aceptar o rechazar tal o cual influencia. Así, pues, lógicamente, el problema que ahora<br />

se p<strong>la</strong>ntea <strong>Hegel</strong> es el <strong>de</strong> esta «naturaleza originaria» <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad. ¿Existe<br />

realmente algo así, <strong>de</strong> manera que el sí mismo pueda reducirse a una Naturaleza tal, no<br />

541 Phénoménologie, p. 256 (Fenomenología, p. 184).

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