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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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<strong>de</strong>l mundo», <strong>la</strong> apariencia <strong>de</strong> una marcha regu<strong>la</strong>r y constante, pero apariencia<br />

so<strong>la</strong>mente, porque su contenido es más bien «el juego sin esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> consolidación y<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> disolución mutua <strong>de</strong> <strong>la</strong>s singu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s» 597<br />

Así, pues, este or<strong>de</strong>n es en sí or<strong>de</strong>n universal y, en su <strong>de</strong>sarrollo o su manifestación,<br />

juego <strong>de</strong> <strong>la</strong>s individualida<strong>de</strong>s siempre inquietas y mutables. De <strong>la</strong> misma manera que<br />

para el entendimiento el fenómeno inestable se oponía al en sí antes <strong>de</strong> convertirse en<br />

su expresión, así también ahora para <strong>la</strong> nueva figura <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia que sale <strong>de</strong> esta<br />

experiencia el or<strong>de</strong>n universal se opone —en tanto que en sí— al juego inconsistente<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s individualida<strong>de</strong>s. Realizar este en sí en su verdad no significa otra cosa que<br />

apartar <strong>la</strong> individualidad que lo pervierte. Por tanto, <strong>la</strong> nueva figura es <strong>la</strong> virtud, <strong>la</strong><br />

consciencia que quiere anu<strong>la</strong>r los egoísmos individuales para permitir que este or<strong>de</strong>n<br />

aparezca tal como es en verdad. La virtud va a provocar <strong>la</strong> lucha contra «el curso <strong>de</strong>l<br />

mundo». Pero <strong>de</strong> esta manera hemos visto promoverse a formar cada vez más altas y<br />

concretas aquello que <strong>la</strong> autoconsciencia encontraba frente a el<strong>la</strong> como su verdad, su<br />

universal. Primero fue <strong>la</strong> necesidad, ahora es «el curso <strong>de</strong>l mundo», juego <strong>de</strong> los egoísmos<br />

que, en <strong>la</strong> reciprocidad <strong>de</strong> sus intercambios y los pasos <strong>de</strong> sus acciones, producen<br />

<strong>la</strong> manifestación <strong>de</strong> lo universal. «Aquello en lo cual <strong>la</strong> consciencia ya no se reconocía<br />

no era <strong>la</strong> necesidad muerta, sino <strong>la</strong> necesidad en tanto que vivificada por <strong>la</strong> individualidad<br />

universal.» 598<br />

c) La virtud y el curso <strong>de</strong>l mundo. El «caballero virtuoso» que ahora nos presenta<br />

<strong>Hegel</strong> <strong>de</strong> una forma satírica hace pensar en el Don Quijote <strong>de</strong> Cervantes, o en los<br />

reformadores románticos que constantemente subvierten el mundo en i<strong>de</strong>a y, en<br />

realidad, se muestran incapaces <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l verbalismo. Se trata <strong>de</strong> los i<strong>de</strong>ólogos<br />

<strong>de</strong>nunciados por Napoleón, tan numerosos en <strong>la</strong> época <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong>. El propio <strong>Hegel</strong> se<br />

acuerda tal vez <strong>de</strong>l momento en que en una carta a Schelling exaltaba el «Sollen» <strong>de</strong><br />

Kant como lo único capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar los espíritus embotados y <strong>de</strong> hacerlos salir <strong>de</strong> su<br />

conformismo burgués. La virtud <strong>de</strong> que aquí se trata no es <strong>la</strong> virtud antigua, que tenía<br />

«su sólido contenido en <strong>la</strong> sustancia <strong>de</strong>l pueblo», que no se proponía un bien<br />

inexistente ni se reve<strong>la</strong>ba por principio contra el curso <strong>de</strong>l mundo, sino que es una<br />

virtud sin esencia y que sólo se exterioriza en discursos pedantes y vacíos. «Tales<br />

esencias i<strong>de</strong>ales, tales objetivos i<strong>de</strong>ales se <strong>de</strong>rrumban como frases vacías que exaltan el<br />

corazón y <strong>de</strong>jan a <strong>la</strong> razón vacía...: son <strong>de</strong>c<strong>la</strong>maciones que, en su <strong>de</strong>terminación sólo<br />

expresan este contenido: el individuo que preten<strong>de</strong> obrar en vista a tan nobles fines y<br />

tiene en sus <strong>la</strong>bios tales frases excelentes pasa ante sí mismo por ser excelente, se hace<br />

presuntuoso y llena <strong>de</strong> orgullo su propia cabeza y <strong>la</strong>s <strong>de</strong> los otros, pero no es más que<br />

una vacía infatuación.» 599 De esas breves citas se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> ya el sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> crítica<br />

que <strong>Hegel</strong> hace <strong>de</strong> esta virtud que ha salido <strong>de</strong> <strong>la</strong> sustancia ética y se afirma frente al<br />

curso <strong>de</strong>l mundo. El realismo hegeliano que volveremos a encontrar más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte en su<br />

crítica <strong>de</strong> una «visión moral <strong>de</strong>l mundo» se opone al i<strong>de</strong>alismo sin límites <strong>de</strong> estos<br />

utopistas (Weltbesserer). La virtud así entendida <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>na una lucha vana contra el<br />

curso <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong>be <strong>de</strong>scubrir al fin que ese mundo no es tan malo como el<strong>la</strong> creía.<br />

Su error es oponer constantemente lo i<strong>de</strong>al y lo real <strong>de</strong> tal manera que este i<strong>de</strong>al no<br />

pueda actualizarse nunca, por lo que siempre se queja en los discursos.<br />

En efecto, <strong>la</strong> consciencia virtuosa distingue el en sí <strong>de</strong>l curso <strong>de</strong>l mundo, lo<br />

universal, en el cual «el<strong>la</strong> cree», y <strong>la</strong> realidad efectiva <strong>de</strong> este mismo curso <strong>de</strong>l mundo,<br />

en el cual lo universal se realiza con una figura imperfecta. Esta realización es el hecho<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad, cuya perversión hemos visto en los dos capítulos prece<strong>de</strong>ntes. Lo<br />

597 Phénoménologie. I, p. 311 (Fenomenología, p. 224).<br />

598 Phénoménologie, I, p. 307 (Fenomenología, p. 220).<br />

599 Phénoménologie, I, p. 319 (Fenomenología, p. 229).

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