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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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llegando a poseerlo, y que en esa posesión consigue vali<strong>de</strong>z universal. Po<strong>de</strong>r y riqueza<br />

son efectivas potencias reconocidas, pero también esta vali<strong>de</strong>z es vana y, justamente<br />

cuando el sí mismo se ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s, sabe que no son esencias autónomas, sino<br />

que él es su potencia y que aquél<strong>la</strong>s son vanas.» 887 Este saber <strong>de</strong> <strong>la</strong> vanidad <strong>de</strong>l mundo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s potencias en cuales el espíritu se ha realizado, o más bien alienado,<br />

es el saber <strong>de</strong> 1a nada <strong>de</strong> este mundo y <strong>la</strong> elevación inmediata <strong>de</strong>l espíritu a otra esfera.<br />

Este mundo en el que el sí mismo, al cultivarse, actualiza su voluntad <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r sólo<br />

aparece ya como el más acá <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia, no es el verda<strong>de</strong>ro mundo aunque sea el<br />

mundo efectivamente dado. «La fe —dice Malebranche—, nos enseña que todas <strong>la</strong>s<br />

cosas <strong>de</strong>l mundo no son más que vanidad y que nuestra felicidad no consiste en honores<br />

y riquezas.» 888<br />

Así, pues, el mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura no es, como el primer mundo<br />

<strong>de</strong>l espíritu, un mundo que se basta a sí mismo; es como «totalidad» extraño a sí, remite<br />

a una verdad que no tiene en él mismo y que se sitúa fuera <strong>de</strong> él. Siendo un más acá<br />

remite a un más allá. Este más allá es el pensamiento <strong>de</strong> este mismo mundo y a pesar <strong>de</strong><br />

ello constituye su reflejo. El más allá se presenta ahora ante <strong>la</strong> pura consciencia <strong>de</strong>l<br />

espíritu en <strong>la</strong> fe. <strong>Hegel</strong> va a consi<strong>de</strong>rar aquí <strong>la</strong> fe como contrapartida <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

alienación; mostrará cómo esta fe es una evasión <strong>de</strong>l mundo real al tiempo que se<br />

encuentra condicionada por él. Dicha fe es el pensamiento <strong>de</strong>l espíritu, pero un<br />

pensamiento que todavía no se conoce como pensamiento y que, por tanto, se presenta<br />

como contaminado por el elemento <strong>de</strong>l que el<strong>la</strong> es lo otro. Por eso, <strong>la</strong> fe que en sí es<br />

pensamiento —«el momento principal en <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe, momento habitualmente<br />

<strong>de</strong>scuidado»— 889 sólo se manifiesta, cuando penetra en <strong>la</strong> autoconsciencia, como una<br />

representación, un ser objetivo, negativo, en <strong>la</strong> positividad <strong>de</strong> su contenido, <strong>de</strong> <strong>la</strong> propia<br />

autoconsciencia. «Pero esta inmediatez, en tanto que el pensamiento entra en <strong>la</strong><br />

consciencia o <strong>la</strong> pura consciencia entra en <strong>la</strong> autoconsciencia, recibe <strong>la</strong> significación <strong>de</strong><br />

un ser objetivo que se sitúa más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia.» 890<br />

Si intentásemos liberarnos <strong>de</strong> <strong>la</strong> terminología hegeliana y traducir lo más<br />

sencil<strong>la</strong>mente posible <strong>la</strong> concepción sobre <strong>la</strong> fe que <strong>Hegel</strong> presenta aquí, nos parece que<br />

llegaríamos al resultado siguiente: <strong>la</strong> fe es una evasión <strong>de</strong>l mundo real, una<br />

representación <strong>de</strong>l espíritu más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>terminaciones <strong>de</strong> este mundo y, sin<br />

embargo, es <strong>la</strong> misma sustancia que, como en un juego <strong>de</strong> espejos, aparece aquí con el<br />

aspecto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s potencias <strong>de</strong> este mundo y allí con <strong>la</strong> forma <strong>de</strong>l ser absoluto, <strong>de</strong> Dios. «El<br />

objeto absoluto no es otra cosa que el mundo real elevado a <strong>la</strong> universalidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> pura<br />

consciencia.» 103 El contenido <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe es el contenido <strong>de</strong> <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción cristiana, el<br />

espíritu en sí y para sí con <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tres personas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Trinidad. En un principio<br />

el espíritu es <strong>la</strong> sustancia eterna, Dios padre. Pero <strong>la</strong> sustancia, al ser espíritu, no es<br />

so<strong>la</strong>mente en sí, sino que <strong>de</strong>viene para sí, se realiza como UD sí mismo transitorio,<br />

entregado a <strong>la</strong> pasión y a <strong>la</strong> muerte, Cristo; y vuelve a tomar luego su primitiva<br />

simplicidad. «Únicamente representada <strong>de</strong> esta forma <strong>la</strong> sustancia es representada como<br />

espíritu. 891 Los tres momentos <strong>de</strong>l espíritu que hemos consi<strong>de</strong>rado ya en el mundo real<br />

887 Phénoménologie. II, p 83 (Fenomenología p. 311).<br />

888 No es casualidad que citemos aquí a Malebranche (Recherche <strong>de</strong> <strong>la</strong> Verité, libro IV. cap. IV). En su<br />

filosofía se expresa particu<strong>la</strong>rmente bien <strong>la</strong> dualidad entre realidad y esencia que quiere seña<strong>la</strong>r <strong>Hegel</strong>.<br />

889 Phénoménologie. II. p. 88 (Fenomenología, p. 314).<br />

890 Phénoménologie, II, p 88 (Fenomenología, p. 314). El puro pensamiento, <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong>l espíritu,<br />

penetrando inmediatamente en <strong>la</strong> autoconsciencia, se hal<strong>la</strong> contaminado por el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad, <strong>de</strong><br />

manera que este puro pensamiento es so<strong>la</strong>mente representación y afecta <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> otro mundo. En <strong>la</strong><br />

intelección, en cambio, el puro pensamiento se comporta negativamente respecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> objetividad y<br />

reduce toda <strong>la</strong> objetividad negativa al sí mismo (Phénoménologie. II, p. 89).<br />

891 Phénoménologie, II. p. 89 (Fenomenología, p. 314).

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