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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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e<strong>la</strong>ción así establecida entre <strong>la</strong> autoconsciencia y <strong>la</strong> riqueza es susceptible <strong>de</strong> todo un<br />

<strong>de</strong>sarrollo dialéctico muy distinto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción existente entre <strong>la</strong><br />

autoconsciencia y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado. La alienación es ahora mucho más dramática, si<br />

se nos permite emplear ese calificativo. Por eso conducirá a una loma <strong>de</strong> consciencia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> alienación que no se encontraba en el proceso prece<strong>de</strong>nte, a una <strong>de</strong>sintegración <strong>de</strong>l<br />

espíritu en su conjunto, concretamente a una situación que se pue<strong>de</strong> l<strong>la</strong>mar<br />

revolucionaria teniendo en cuenta algunos términos <strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> y <strong>la</strong>s muy precisas<br />

alusiones a <strong>la</strong> Francia <strong>de</strong>l siglo XVIII.<br />

Al principio <strong>la</strong> consciencia noble —a<strong>de</strong>cuada tanto al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado como a<br />

<strong>la</strong> riqueza— no se da cuenta <strong>de</strong> <strong>la</strong> contradicción interna <strong>de</strong> su alienación, acepta el favor<br />

y se muestra plena <strong>de</strong> reconocimiento para con el benefactor. Pero <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma manera<br />

que en su re<strong>la</strong>ción con el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado <strong>la</strong> consciencia noble se <strong>de</strong>scubría idéntica a<br />

<strong>la</strong> conciencia vil, así también <strong>la</strong> experiencia que va a realizar invertirá su juicio<br />

inmediato. De hecho sólo habrá ya un único tipo <strong>de</strong> consciencia ina<strong>de</strong>cuada a todo el<br />

or<strong>de</strong>n social, una conciencia <strong>de</strong>sgarrada en sí misma y sublevada. La riqueza que no es<br />

más que el en sí suprimido y que ha sido elevada a <strong>la</strong> dignidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia, pasa a ser<br />

el fin consciente. El <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> <strong>la</strong> riqueza por sí misma es confesado cínicamente, y esta<br />

riqueza significa <strong>la</strong> condición <strong>de</strong>l ser para sí. Así, pues, <strong>la</strong> consciencia ve su sí mismo en<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> una voluntad extraña, y en el lugar <strong>de</strong>l respeto y <strong>de</strong>l reconocimiento<br />

aparecen el sentimiento <strong>de</strong> dicha <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y el odio hacia el benefactor. Lo que<br />

espera <strong>de</strong> otro es su objeto absoluto, su goce en sí y para sí misma, pero lo que le<br />

permite recibir dicho objeto es «el acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> un momento, un capricho o cualquier<br />

otra circunstancia indiferente». Tal contradicción se presenta necesariamente en el<strong>la</strong>;<br />

hace su experiencia y por eso «el espíritu <strong>de</strong> este reconocimiento es el sentimiento tanto<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> más profunda abyección corno <strong>de</strong> <strong>la</strong> más profunda rebelión». 866<br />

Lo que aparece en esta re<strong>la</strong>ción es <strong>la</strong> imposibilidad en que está el yo para<br />

encontrarse como una cosa. «Ve su certeza <strong>de</strong> sí en cuanto tal como una cosa más vacía<br />

<strong>de</strong> esencia, ve que su pura personalidad es <strong>la</strong> absoluta impersonalidad.» Y, <strong>de</strong> esta<br />

manera, llega al siguiente juicio infinito, «La riqueza es el sí mismo», oposición sentida<br />

mucho más profundamente que <strong>la</strong> que se traducía en <strong>la</strong> expresión «El Estado soy yo».<br />

Por tanto, el sí mismo se ve negado al ser realizado completamente como objeto, repudiado<br />

en tanto que trata <strong>de</strong> encontrarse a él mismo. Pero el sí mismo es inalienable en su<br />

fondo. Si se le niega, pue<strong>de</strong> negar a su vez lo que le niega. Es <strong>la</strong> «e<strong>la</strong>sticidad» misma.<br />

«La reflexión en <strong>la</strong> cual el sí mismo se recibe como una entidad objetiva es <strong>la</strong><br />

contradicción inmediata puesta en el corazón <strong>de</strong>l yo. Ello no obstante, como sí mismo,<br />

esta consciencia se eleva <strong>de</strong> forma inmediata por encima <strong>de</strong> dicha contradicción, es <strong>la</strong><br />

absoluta e<strong>la</strong>sticidad que suprime <strong>de</strong> nuevo el ser-suprimido <strong>de</strong>l sí mismo, que repudia <strong>la</strong><br />

repudiación, es <strong>de</strong>cir, su ser para sí que se le convierte en una cosa extraña, y sublevada<br />

contra este modo <strong>de</strong> recibirse es el<strong>la</strong> misma para sí en esta recepción <strong>de</strong> sí.» 867 Por<br />

.consiguiente, el mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura toma ahora consciencia <strong>de</strong> él mismo como mundo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> alienación. El sí mismo se encuentra en esta alienación <strong>de</strong> sí y se l<strong>la</strong>ma a sí mismo<br />

esencia <strong>de</strong> este mundo: es el lenguaje <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sgarramiento.<br />

El lenguaje <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sgarramiento. La perversión general <strong>de</strong>l cuerpo social por <strong>la</strong><br />

riqueza consi<strong>de</strong>rada como esencia acarrea <strong>la</strong> <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diferencias entre <strong>la</strong><br />

consciencia noble y <strong>la</strong> consciencia vil. El antiguo régimen <strong>de</strong>scansaba sobre esta<br />

distinción Y sobre <strong>la</strong> soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su sostenimiento. Pero <strong>la</strong> nobleza, <strong>la</strong> aristocracia, que se<br />

Phénoménologie, I, p. 284).<br />

866 Phénoménologie, II, p. 75 (Fenomenología, p. 305).<br />

867 Phénoménologie, II, p. 76 (Fenomenología, p. 305).

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