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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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fenoménica, nuestro objeto será en lo sucesivo el espíritu como sustancia ética.<br />

Pero antes <strong>de</strong> seguir el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong>l espíritu, <strong>de</strong> <strong>la</strong> sustancia ética, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su forma<br />

inmediata hasta su saber <strong>de</strong> sí mismo que se expresará en <strong>la</strong> religión, <strong>de</strong>bemos tomar en<br />

consi<strong>de</strong>ración <strong>la</strong> autoconsciencia singu<strong>la</strong>r que, como razón activa, yo práctico, existe en<br />

el seno <strong>de</strong> esta sustancia. Debemos seguir sus experiencias, que <strong>la</strong> elevan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

ais<strong>la</strong>miento hasta <strong>la</strong> sustancia espiritual. La galería <strong>de</strong> figuras que va a presentarnos <strong>la</strong><br />

Fenomenología con estos títulos varios —el p<strong>la</strong>cer y <strong>la</strong> necesidad, <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l corazón y<br />

el <strong>de</strong>lirio <strong>de</strong> <strong>la</strong> presunción, <strong>la</strong> virtud y el curso <strong>de</strong>l mundo y, finalmente, <strong>la</strong><br />

individualidad que se sabe real en sí y para sí— es una representación <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia<br />

singu<strong>la</strong>r segura <strong>de</strong> sí misma, <strong>la</strong>nzada en el mundo a <strong>la</strong> búsqueda <strong>de</strong> su propia felicidad y<br />

que va a apren<strong>de</strong>r a sus expensas que esta felicidad sólo es concebible en <strong>la</strong><br />

organización social, en <strong>la</strong> vida ética. En ese momento <strong>la</strong> consciencia singu<strong>la</strong>r habrá<br />

<strong>de</strong>scubierto lo que nosotros, filósofos, ya hemos alcanzado: el espíritu como realidad<br />

<strong>de</strong>l nosotros. Todas esas figuras correspon<strong>de</strong>n a formas <strong>de</strong>l individualismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> época.<br />

Falta, .pues, intentar justificar su aparición en este momento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo<br />

fenomenologías, o al menos, estudiar con mayor cercanía <strong>la</strong>s diversas justificaciones<br />

que <strong>Hegel</strong> nos da sobre ello. 563<br />

Don<strong>de</strong> <strong>Hegel</strong> efectúa por primera vez el tránsito <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón observante a <strong>la</strong> razón<br />

activa es al final <strong>de</strong>l capítulo sobre <strong>la</strong> frenología. El resultado alcanzado por <strong>la</strong> razón<br />

observante es paradójico y se expresa en el juicio infinito <strong>de</strong> que «el ser <strong>de</strong>l espíritu es<br />

un hueso». Pero ese juicio no <strong>de</strong>be sorpren<strong>de</strong>rnos puesto que, al fin y al cabo, no está<br />

<strong>de</strong>masiado lejos <strong>de</strong>l <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia común, que conce<strong>de</strong> el ser al espíritu. «Aunque<br />

corrientemente se dice <strong>de</strong>l espíritu que es, tiene un ser, es una cosa, una efectividad<br />

singu<strong>la</strong>r, no por eso se supone que dicho ser pue<strong>de</strong> verse, cogerlo con <strong>la</strong>s manos o<br />

golpearlo. Y, sin embargo, tal cosa se dice, lo dicho se expresa realmente en <strong>la</strong><br />

proposición <strong>de</strong> que el ser <strong>de</strong>l espíritu es un hueso»; 564 a<strong>de</strong>más resulta <strong>de</strong> <strong>la</strong> actitud misma<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia cuando se limita a observar e instintivamente se busca a el<strong>la</strong><br />

misma como sí mismo en el ser. Una vez <strong>de</strong>venida razón, <strong>la</strong> consciencia es<br />

inmediatamente <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong>l yo y <strong>de</strong>l ser, y esta inmediatez se expresa .como ser. Al<br />

observar <strong>la</strong>s cosas, <strong>la</strong> vida orgánica, <strong>la</strong> Naturaleza, <strong>la</strong> misma individualidad humana, <strong>la</strong><br />

razón traía <strong>de</strong> encontrar inmediatamente el sí mismo y no <strong>de</strong> producirle por su propia<br />

actividad; solidifica lo interno y lo externo, hace <strong>de</strong> éste <strong>la</strong> expresión inmediata <strong>de</strong><br />

aquél. No <strong>de</strong>be sorpren<strong>de</strong>r, por tanto, que llegue, al final <strong>de</strong> sus pasos, a esa especie <strong>de</strong><br />

materialismo que enuncia «el sí mismo como una cosa». Por otra parte, dicho juicio<br />

tiene una profunda significación conceptual —tanto más profunda cuanto que su<br />

representación es necia—; si se comprendiera a sí misma, sería <strong>la</strong> realización propia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> vida. Decir que el sí mismo es ser es tanto como <strong>de</strong>cir que es <strong>la</strong> expansión infinita,<br />

que está puesto íntegramente en <strong>la</strong> objetividad y al convertirse en naturaleza es ahora<br />

externo a sí mismo.<br />

Pero, <strong>de</strong> esta manera, <strong>la</strong> categoría ha sido consi<strong>de</strong>rada <strong>de</strong> un modo uni<strong>la</strong>teral; <strong>la</strong><br />

síntesis <strong>de</strong>l ser y <strong>de</strong>l yo no se expresa en un solo juicio, en una so<strong>la</strong> proposición, sino<br />

que requiere <strong>la</strong> mediación o <strong>la</strong> negatividad. Hay que <strong>de</strong>cir igualmente «el yo es ser» y<br />

«el yo no es ser». El juicio positivo y el juicio negativo son los necesarios <strong>de</strong>sarrollos<br />

<strong>de</strong>l juicio infinito cuyos términos son incompatibles. Así se efectúa <strong>la</strong> transición <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

razón observante, que sólo quiere hal<strong>la</strong>rse como cosa, a <strong>la</strong> razón activa, que quiere<br />

producirse a sí misma. «Por consiguiente, él objeto presente está <strong>de</strong>terminado como un<br />

563 Esta justificación resulta bastante difícil, y no porque el transito dialéctico <strong>de</strong> una forma a otra no sea<br />

concebible, sino porque <strong>la</strong> sucesión <strong>de</strong> figuras concretas tomadas en préstamo a <strong>la</strong> época —Fausto, Karl<br />

Moor, Don Quijote— parece un tanto extraña como sucesión.<br />

564 Phénoménologie, I, p. 284. (Fenomenología, p. 206).

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